Noticia anterior
Universidad Santo Tomás integra Red de Centros Tecnológicos del BiobíoAcadémica UST:
Claudia Vélez: “Nosotros tenemos todo el conocimiento necesario para recuperar la población de rana grande chilena”
Claudia Vélez es Directora de Programa de Bachillerato en Ciencias de la UST Santiago. Esta profesional, titulada de la Universidad Nacional de Colombia, llegó al sur de Chile en 1998 para cursar un doctorado en sistemática de anfibios. Años más tarde, llegaría a trabajar a la Universidad Santo Tomás y centraría su trabajo en la denominada rana grande chilena.
El libro “Manejo en Cautiverio de la Rana Grande Chilena”, publicado por Editorial UST, recopila el extenso trabajo que han realizado los alumnos de la Universidad Santo Tomás bajo la guía de Claudia Vélez y otros docentes de Ciencias Básicas y la Escuela de Medicina Veterinaria. “la rana grade chilena, Calyptocephallela gayi, me impresionó por la facilidad con la que se puede manipular. No estaba en ningún estatus de protección a nivel país”, explicó Vélez sobre lo que la impulsó a trabajar con esta especie.
Esta obra compila 8 años de trabajo y más de trece tesis desarrolladas en la UST sobre la biología de la rana grande chilena, las condiciones que se requieren para su reproducción y para que los renacuajos tengan una metamorfosis exitosa en cautiverio, además de que crezcan sin enfermedades, poniendo especial énfasis en la dieta, densidad y temperatura del agua.
“La Universidad Santo Tomás es la única universidad que se ha preocupado por trabajar de manera intensiva con esta especie, considerando que la mayoría de universidades prefieren trabajar con la ranita de Darwin o con otras especies de alta montaña”, aseguró Vélez.
¿Cómo partió todo?
Cuando llegué al sur de Chile, a Valdivia, lo único que me decían es que esta especie se come. La rana grande chilena ha sido parte de la dieta del ser humano en el sur del continente desde siempre. Hay hallazgos arqueológicos que indican que fue consumida por comunidades nativas hace varios miles de años. La gente en Chile se acostumbró a que esta era una especie común, entonces a nadie le interesaba protegerla. No estaba en ningún estatus de protección a nivel país.
También me di cuenta de que el gobierno autorizaba desde la década de los ’80 la apertura de criaderos de rana grande chilena para su comercialización. Había muchos criaderos a lo largo de Chile, pero entre los que estudiábamos esta especie se temía que se estuviera haciendo un acopio de ejemplares silvestres, más que su cría en cautiverio: los ejemplares reproductores se recogían de los canales, se llevaban a los supuestos criaderos y se comercializaba sin ningún tipo de control, sin que se pudieran observar otros estadios de desarrollo (juveniles o renacuajos). Entonces ahí surgió el temor de que se estuviera afectando negativamente a las poblaciones de la especie.
Con el tiempo me trasladé a trabajar a Santiago, y empecé a ver que en los laboratorios de zoología de casi todas las universidades se sacrificaban ejemplares adultos de esta especie de una manera impresionante. En una semana yo veía morir a más de 200 animales en laboratorios de zoología que no duraban más de una hora y que eran para alumnos de primer año, que en general no se sabe si van a continuar estudiando Medicina Veterinaria o no. La justificación era su gran tamaño, lo que permitía ver de mejor manera los órganos internos.
Criadero en Catemito y trabajo con alumnos UST
En Santiago, Vélez se encontró con una profesora que conoció cuando vivía en el sur de Chile y que, en la capital, se encargaba de un criadero de investigación en un colegio para el que trabajaba. Al poco tiempo se quedó sin lugar para tener a los animales. «Yo le propuse a algunas de las universidades en donde trabajaba que aceptaran la unidad de cría para hacer investigación con los estudiantes. La UST fue la única universidad que aceptó y nos facilitaron un excelente espacio en la sede de San Bernardo inicialmente y después en Catemito, en el 2008″, contó la investigadora.
«Lo que más nos interesaba era enseñarles a los estudiantes de Medicina Veterinaria que existía la opción de trabajar con esta especie nativa y endémica, pero ya no con un sentido comercial, sino con un propósito de conservación”, relata Claudia sobre los inicios del trabajo con la Universidad Santo Tomás.
Amenazas
“Esta especie vive en los humedales y ambientes acuáticos de curso lento y poco profundo como pequeñas lagunas o esteros, cuya superficie ha estado disminuyendo en Chile en los últimos años, no solo por el cambio climático, sino que por el uso indiscriminado que hacen los privados del agua para mantener sus cultivos de exportación con plantas que consumen mucha agua (como la palta). Nosotros vimos cómo desapareció toda una población de rana grande chilena en el Humedal de la Reserva Nacional El Yali (Sitio Ramsar). En una inspección realizada con profesionales del SAC y CONAF, encontramos más de 100 cadáveres de adultos, en una parte del humedal totalmente seco, en el verano del 2014, hecho que venía ocurriendo desde dos años atrás sin que se hiciera nada al respecto”, cuenta la investigadora.
A este problema, se le suma la comercialización de la especie para el consumo humano. En este sentido, la actual directora del programa de Bachillerato en Ciencias de la UST, cuenta que, junto con el libro, otro de sus grandes logros durante los años en los que ha trabajado en esta Universidad, es que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES) incluyó a la rana grande chilena en el Apéndice III. Esta organización protege a las especies sobre todo del comercio ilegal a nivel mundial y gracias a esto no se puede trasladar ejemplares de la especie dentro o fuera de Chile sin que el SAC de un permiso. Actualmente Claudia Vélez forma parte de dicha comisión, que periódicamente se reúne en Chile para mantener o modificar el estatus de protección de la rana grande chilena, poniendo especial énfasis en estrategias que permitan protegerla de manera más efectiva.
Rana Africana
“Otro de los grandes problemas de la rana chilena, que atenta contra su supervivencia, es que convive con la rana africana, especie exótica que dispersa a través de su piel el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, mortal para todas las especies de anfibios, además de ser un gran predador. En Chile se ha observado que si hay presencia de la rana africana, ya no lo hay de la rana grande chilena. El gran problema es que la rana chilena y la rana africana son acuáticas, comparten el mismo ambiente”, advierte Claudia.
¿Y por qué entró la rana africana al país?
Es una especie que se utiliza en todos los laboratorios del mundo, porque al poner huevos grandes, se puede hacer investigación a nivel de biología del desarrollo. Aquí la importaron en 1980 con permisos para hacer investigaciones en una universidad estatal. Pero al parecer por problemas en aduana y después por mala manipulación en los laboratorios se escapó y ha invadido toda la zona Central de Chile. Si vas al humedal Batuco, solo encuentras rana africana. Así ha pasado con gran parte de los humedales de esta parte del país.
¿Qué pasa si se extingue la rana chilena?
La población de anfibios que encuentras en Chile no es tan variada, si se compara con las regiones tropicales en donde está la mayor diversidad. En Chile hay 64 especies de anfibios, mientras que, en otros países, como Colombia, encuentras alrededor de 800 especies.
Sin embargo, los anfibios chilenos son bastante especiales, por su alto grado de endemismo. Debido a la geografía del país, es difícil que estas especies puedan desplazarse grandes distancias, lo que ha hecho que se diferencien genéticamente bastante de las especies que se encuentran en los países vecinos.
A la rana grande chilena se le llama fósil viviente, porque los estudios de ADN nos dicen que esta especie tiene por lo menos 50 millones de años, con representantes fósiles hermanos en Argentina. Además, no tiene ningún anfibio cercano genéticamente en el país o resto del mundo. La rana chilena posee uno de los genomas de anfibios más antiguo del país, sobrevivió a las glaciaciones y tiene una amplia distribución en el país. Si desaparece la rana grande chilena va a desaparecer el pool genético del planeta.
Como antecedente también es bueno saber que los anfibios se originaron en el sur de Sudamérica. Entonces con esta especie podríamos tener datos relevantes sobre el origen de los anfibios a nivel global.
Por otro lado, el papel ecológico de los anfibios en general es muy importante porque son bio-indicadores de la calidad del agua. Si los encuentras, es que el agua está relativamente pura. Si el agua se contamina, los primeros en desaparecer por lo general son los anfibios. El otro papel ecológico de los anfibios es que, a través de procesos naturales, los estadios inferiores como los renacuajos descomponen materia orgánica que sirve de alimento para otros individuos más pequeños que son parte de la cadena trófica de los peces y las aves, porque se alimentan de ellos. Si desaparece este grupo de fauna se estará afectando la cadena trófica de los animales mayores, incluyendo los humanos.
Hay que destacar que la rana grande chilena es una de las pocas ranas acuáticas que encontramos en el país, porque la mayoría de los anfibios chilenos son terrestres. Hay otras que viven en agua, pero en alta montaña, en quebradas, no en humedales.
Lamentablemente la especie que está reemplazando a la rana grande chilena es la rana africana, especie capaz de vivir en aguas con poco oxígeno y contaminadas porque tiene capacidad de resistir sin oxígeno mucho tiempo y puede vivir 6 meses sin comer. En cambio, la rana chilena en agua contaminada se muere.
Entonces la rana africana produce efectos negativos en otras especies, la rana chilena no
Exacto, porque, aparte de todo lo que hemos conversado, la rana africana come invertebrados y otras especies. Inclusive han encontrado aves en el estómago de la rana africana. Es un depredador muy voraz, que tiene pocos predadores en el país y se reproduce muy rápidamente. Es una especie totalmente invasora.
Nuevas tesis y proyectos sobre la rana grande chilena en UST
Para poder proteger una especie el investigador debe saber cuál es la biología de la especie y cuáles son los requerimientos para lograr su reproducción de manera óptima no solo en cautiverio sino en su ambiente natural.
“Nosotros conocemos estos requerimientos. Gracias al trabajo que realizamos con los alumnos y docentes de la UST durante todos estos años, desarrollamos una estrategia de reproducción de la especie. Durante todos estos años de investigación realizada abordamos una gran cantidad de temas, como el efecto de la variación de la densidad de cultivo y temperatura, tipos de dietas, todas las variables asociadas a la reproducción, y estudio sobre parásitos y otras enfermedades como el Mycobacterium”, dice Vélez.
¿Qué proyectos tienen para el corto plazo?
Nuestra propuesta hoy en día es hacer trabajos poblacionales in situ, no ex situ. Esta es la fase a la que queríamos llegar y estamos viendo ahora en qué lugares podríamos partir. Sin embargo, sabemos que si logramos una reproducción exitosa el gran problema será liberar a los ejemplares, considerando que la mayoría de los canales en su área de distribución están contaminados, y los humedales están en grave peligro de desaparecer, por la gran presión que ejerce el ser humano en estas áreas para uso del agua y para uso inmobiliario. El ideal sería encontrar una zona natural que se proteja realmente.
Respecto a nuevas tesis, últimamente se está evaluando algo interesante, que es que las ranas tienen una secreción en su piel que tiene bacterias y hongos para defenderse de todos los patógenos que les llegan, entonces está la pregunta de si esta secreción podría funcionar como un antibiótico natural y un antifúngico también. Actualmente se está realizando una tesis en nuestra universidad sobre esto con un tesista de la Escuela de Medicina Veterinaria. Inicialmente en un bioensayo que hicimos vimos que esta hipótesis sí se estaría aceptando.
Vamos a empezar otra tesis también en la que veremos la edad de los ejemplares, basándonos en los anillos de crecimiento de sus huesos. Ambas deberían estar listas a finales del primer semestre del 2018 y esperamos continuar con muchos temas más ya que esta especie puede aportar bastante conocimiento benéfico para el ser humano y para los ecosistemas en general.