¿Por qué participar en el Programa de Mentoring Inclusivo? Tres estudiantes de Santo Tomás Viña del Mar cuentan sus experiencias

  • Nelly Vásquez (Psicología), Mariana Lagos (Medicina Veterinaria) y Marjorie Aguilar (Psicopedagogía) hablan de su rol como mentoras, los desafíos que han debido enfrentar y las habilidades que han desarrollado en el tiempo.

El éxito del Programa de Mentoring Inclusivo de Santo Tomás depende en gran medida de la voluntad y disposición de quienes asumen como mentores o mentoras de estudiantes que, debido a alguna discapacidad, necesitan de apoyo y acompañamiento para enfrentar su paso por la Educación Superior. Es una labor desinteresada en la cual la satisfacción no se mide por la obtención de un reconocimiento, sino más bien por la certeza de estar haciendo lo correcto.

El Centro de Aprendizaje de Santo Tomás Viña del Mar organizó la ceremonia de cierre del Programa de Mentoring Inclusivo correspondiente al segundo semestre 2024. Fue la ocasión perfecta para que tres de las estudiantes que participaron este año como mentoras, contaran su experiencia y revelaran qué se necesita para ser parte de este grupo.

Buenas y malas experiencias

La experiencia de Mariana Lagos (Medicina Veterinaria) fue de dulce y agraz. En el primer semestre compartió con una alumna de Técnico en Veterinaria y Producción Pecuaria “y yo estaba súper emocionada porque pensé que por estudiar carreras de la misma área le iba a poder aportar mucho, pero era tan tímida que apenas logramos comunicarnos, no pudimos juntarnos nunca en persona. Sentí como que no quería mi ayuda, a pesar de mi disposición”.

“Pero en el segundo semestre me tocó con un alumno de Gastronomía y ahí fue todo lo contrario: yo no sabía cómo lo iba a poder ayudar, pero al final generamos una muy buena comunicación, nos vimos bastante y además utilizó harto el Centro de Aprendizaje. Ahora sí quedé con la sensación de haber realizado un buen trabajo”, agrega.

Marjorie Aguilar (Psicopedagogía) también vivió algo parecido: en el primer semestre acompañó a una estudiante que finalmente se retiró de su carrera por problemas de salud, y en el segundo semestre hizo dupla con un estudiante de Técnico Agrícola, con quien el vínculo se hizo muy estrecho.

“Su problema es lingüístico, él no se daba cuenta que habla mal, yo le pedía que grabara audios y que los escuchara antes de enviármelos hasta que él viera que le salía mejor. Después me dijo que nadie le entiende la letra y empezamos a trabajar con un cuaderno de caligrafía, él escribía y me mandaba fotos. Trabajábamos todos los días, fue una muy buena comunicación, podíamos estar más de una hora hablando de cualquier tema”, cuenta.

Desde que ingresó a la universidad, Nelly Vásquez (Psicología) se ofreció para participar en el Mentoring Inclusivo y cuenta que la experiencia de este año no fue tan grata, ya que las dos estudiantes con las que trabajó optaron por retirarse de sus carreras. “Fue un tema complejo porque uno trata de hacer todo lo mejor posible, activar todas las redes, hablar con los tutores del Centro de Aprendizaje, pero no se pudo. Entonces para mí el aprendizaje de este año es que a veces, por más que hagas todo, hay cosas que no resultan y no por culpa tuya. A mí me cuesta mucho soltar y se supone que uno está ahí para apoyar, pero hay que saber hasta dónde llega el límite de mi rol como mentora”, recuerda.

Requisitos: voluntad, tiempo y empatía

Las tres coinciden en que para ser parte del equipo de mentores es fundamental tener la voluntad de apoyar a los demás y la disposición de atender sus necesidades en cualquier momento. Además, resaltan que la entrevista previa que hacen en el Centro de Aprendizaje permite que les asignen duplas con las que puedan trabajar mejor.

“Mis compañeros como que se preguntan para qué hago esto. Yo antes pensaba que esto es para cualquiera, pero sé que hay que tener algunas habilidades, paciencia y tiempo. Aunque en lo personal yo estudio, trabajo y tengo hijos, si tu mentoreado te necesita, tienes que estar ahí. Si no tienes esa vocación, no va a funcionar”, dice Nelly.

Mariana agrega que “yo creo que más que habilidades, se necesita voluntad. Medicina Veterinaria es una carrera muy individualista, estamos todos muy enfocados en nosotros mismos. La jefa de carrera promocionó el Mentoring Inclusivo en la clase y la verdad es que fui la única que se inscribió. Tiene que ver con el perfil de la carrera, que de verdad es agotadora, pero tampoco sabemos pedir ayuda”.

La situaciuón de Marjorie fue similar: “a pesar de estudiar Psicopedagogía, en mi carrera fui la única de mi generación que se inscribió. Hay que tener habilidades blandas, saber entender el lugar de la otra persona. Mi carrera está muy relacionada con esto, pero es bueno que hagan ese filtro de las entrevistas a cargo del Centro de Aprendizaje. Yo invité a un compañero porque veo que es detallista, muy amoroso, en cambio hay otras personas que, a pesar de tener buenas notas, nunca las he visto involucradas con sus compañeras. Para estar en el Mentoring es súper importante el tema de la empatía, pensar no sólo en ti, sino en los demás. No es preocuparse sólo de ayudar en la parte académica, sino en cosas que están detrás y que afectan la parte académica, hay que fijarse en todo para poder entender y ayudar a una persona”.