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Santo Tomás transformó a Chillán en un epicentro de discusión sobre convergencia tecnológicaNuevo estudio en población chilena demuestra los beneficios para la salud de caminar rápido
Un reciente estudio realizado en Chile reveló que caminar a un ritmo rápido no solo es beneficioso para la salud cardiovascular, sino que también puede reducir el riesgo de obesidad y mejorar otros indicadores de salud.
La investigación, que utilizó datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS), destaca la importancia de la velocidad de marcha como un indicador de salud y sugiere que caminar a paso rápido es una estrategia simple y efectiva para mejorar la salud pública.
En Chile se han desarrollado dos investigaciones que demuestran esta asociación, ambas lideradas por integrantes del Consorcio ELHOC Research Chile, publicadas en la Revista Médica de Chile con antecedentes de la Encuesta Nacional de Salud (ENS).
De esta forma se han tomado como base datos que son representativos de la población chilena, y que dan cuenta del ritmo de caminata auto-percibido por las personas.
Recientemente fue publicada la segunda investigación titulada “Asociación entre la velocidad de marcha y obesidad en población chilena: Resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017”. Esta estuvo liderada por Nicole Lasserre académica de la carrera Nutrición y Dietética de la Universidad Santo Tomás Los Ángeles, con participación también de destacados académicos e investigadores de la Universidad Católica del Maule, Universidad de Los Lagos, Universidad Diego Portales y University of Glasgow.
Los resultados destacan que las personas que se desplazaron a una velocidad de marcha normal y rápida tuvieron un menor peso corporal, perímetro de cintura e índice de masa corporal que las personas que caminaban en forma lenta. Respecto a la probabilidad de tener obesidad, el grupo que se desplazaba a una velocidad de marcha rápida mantuvo un menor riesgo de presentar obesidad y de que su localización sea a nivel abdominal (obesidad abdominal), lo cual no se observó para el grupo que caminaba a paso normal.
En suma, este proyecto arrojó resultados similares al primer trabajo efectuado en Chile, estableciendo además diferencias entre velocidad de marcha, lenta, normal y rápida. Estas distinciones obedecen a la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), en donde los encuestados describieron su propia velocidad habitual de caminar.
A través de dicho instrumento se reportó que quienes caminan a una velocidad de marcha rápida, presentaban menor edad, mayor consumo diario de frutas y verduras, menores niveles de inactividad física y mayor actividad física total en el día. Además, se determinó que en relación con estados de obesidad influyen otro tipo de factores como los sociodemográficos, estilos de vida y categoría de multimorbilidad, entre otros.
CAMINAR LENTO, MAYOR RIESGO
El primer trabajo se publicó en el año 2020, y consideró antecedentes de la Encuesta Nacional de Salud 2009-2010. En ella se analizó que las personas que caminaban a paso lento (velocidad de marcha lenta) cumplían con características específicas, entre ellas: Ser mayor de 65 años, tener un bajo nivel de escolaridad, presentar estado nutricional de obesidad. Esta tendencia se observó predominantemente en mujeres y personas que viven en zonas rurales.
Se demostró que las personas que dijeron caminar a paso lento, respecto a quienes reportaron caminar a paso normal, presentaron: Mayores niveles de peso corporal, IMC, perímetro de cintura, mayor concentración de triglicéridos y menor concentración de colesterol HDL (colesterol “bueno”), por ende, una mayor probabilidad de tener diabetes mellitus, HTA y síndrome metabólico.
VELOCIDAD DE MARCHA COMO INDICADOR DE SALUD
La investigadora Nicole Lasserre explicó que aumentar la intensidad de la marcha significa, a la vez, disminuir el tiempo necesario para cumplir con la recomendación de 10.000 pasos al día.
Una velocidad de marcha rápida (superior a 200 pasos por minuto) significaría que 10.000 pasos se podrían completar en 50 minutos, lo cual es más factible de realizar en un día. Al contrario, reduciendo la marcha a 100 pasos por minuto se requieren cerca de 1 hora y 40 minutos para obtener beneficios asociados a la actividad física.
“Los resultados de estas investigaciones nacionales revelan la importancia de la velocidad de marcha como un indicador de salud, el cual podría ser usada como una pregunta de screening en atención ambulatoria de salud para identificar en forma fácil personas de alto riesgo, quienes podrían beneficiarse de evaluaciones de su salud metabólica, así como de planes de intervención. Por otro lado, el incremento de la velocidad de marcha en actividades cotidianas podría ser un método simple, seguro, económico y factible para incrementar la actividad física y el gasto energético diario y así maximizar sus beneficios en la población con obesidad”, explicó Nicole Lasserre.
Finalmente, la experta enfatizó que estas evidencias pueden ser relevantes para la generación de recomendaciones de actividad física y políticas públicas orientadas a incrementar los niveles de actividad física de la población, al promover un ritmo de caminata con una intensidad adecuada para generar importantes beneficios metabólicos y cardiovasculares.
¿SABÍAS QUÉ?
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A nivel mundial 27,5% de la población adulta es físicamente inactiva, es decir, realiza menos de 150 minutos de AF de intensidad moderada, o 75 minutos de AF de intensidad vigorosa a la semana, prevalencia que se acentúa más en mujeres.
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Esta tendencia podría estar asociada estereotipos y roles de género en nuestra sociedad.
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Según datos de la Encuesta Nacional de Salud, un 35,1% de la población mayor de 15 años es físicamente inactiva (42,5% en mujeres y 27,4% en hombres).