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Profesionales y estudiantes conversaron sobre políticas deportivasExperta en Programas de Estudios Sociales expuso en Jornada de Enfermería de la UST Talca
La Dra. Báltica Cabieses ha desarrollado su línea de investigación en torno a los estudios en desigualdad social en salud con enfoque transnacional y foco en migración y salud.
Conocer la realidad de los migrantes internacionales en Chile, sus problemas de salud, el real acceso que tienen al sistema público en nuestro país y cuál es la capacitación con la que cuentan los profesionales del área para atender sus casos, fueron algunos de los temas abordados en la I Jornada de Enfermería Intercultural denominada “Enfermería en la comunidad migrante” organizada por la Universidad Santo Tomás Talca.
En este contexto una de las expositoras fue Báltica Cabieses, PhD Health Sciences (Social Epidemiology) de la Universidad de York, Inglaterra; Magíster en Epidemiología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Enfermera Matrona de la misma casa de estudios, Diplomada en Educación en Salud y Vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología.
Ella expuso el tema “Salud de migrantes internacionales en Chile: Avances y Retos Pendientes”.
¿Cuáles son las características de los migrantes que vienen a Chile?
“La mayoría de los migrantes que vienen a hile vienen de países Latinoamericanos, eso se conoce en demografía como la migración sur-sur, es decir, hay gran movimiento de personas desde países fronterizos o del cono sur incluyendo centro américa en los últimos años que se desplazan dentro de la región y Chile es país de destino principal en el último tiempo de ese flujo”.
¿Existe efectivamente un aumento de migración hacia nuestro país?
“Es real, hemos pasado de un 2% histórico a un 6% y algo estimado, así que efectivamente ha aumentado en los últimos años, pero quizás no tanto como otros países OECD que Chile siempre mira como referencia”.
¿Cómo ha sido la evolución del tema migratorio en Chile en los últimos años?
“El aumento viene desde hace unos 20 años, pero se empezó a prestar atención yo diría desde hace unos 10 años y esta tendencia es creciente, cada vez han ido llegando más personas. El flujo histórico era de países fronterizos, más del 70% principalmente Perú, Argentina, Bolivia y Ecuador. Ahora exceptuando a Perú han sido desplazados por países de la zona norte de América del Sur como Colombia y Venezuela y en menor medida por países centroamericanos como República Dominicana y Haití”.
¿Cuáles son los principales problemas de salud de la población migrante y a qué se deben?
“Los principales problemas de acuerdo a toda la evidencia que hemos recabado en este tiempo en términos bien generales (porque cada grupo es distinto) tienen que ver con acceso al sistema de salud chileno, hay importantes brechas para acceder y por lo tanto preservar la salud si está sana o protegerla y cuidarla si hubiera alguna enfermedad crónica o infecciosa de por medio. Un gran tema es acceso, otro tema tiene que ver con salud de mujeres embarazadas migrantes, en nuestro estudio hemos encontrado que si bien parecen tener menos tasa de embarazo adolescente y mayor parto espontáneo y no cesárea en comparación con las chilenas, sí viven en mayor vulnerabilidad social de acuerdo a unas encuestas que se aplican en atención primaria. Otro grupo de interés es niños y adolescentes migrantes y los temas que importan ahí son condiciones de habitabilidad que trae problemas de accidentes, rezago psicomotor, violencia intrafamiliar, abusos dadas estas condiciones de precariedad en que viven. Integración con los espacios educacionales y con el barrio, que no vivan estigma ni discriminación por el solo hecho de ser migrantes porque si eso ocurre cuando son niños cómo construyen su identidad, las consecuencias de eso para el resto de la vida son muy poderosas. Sobre salud mental hay estudios en el mundo que hablan de mayores proporciones de estrés post traumático en personas que son solicitantes de asilo y refugio o personas que viene de algún tipo de violencia como trata o tráfico y problemas del ánimo del tipo depresivo como consecuencia del proceso migratorio y de la llegada especialmente cuando se viaja a países que no te quieren recibir o cuando se sufren vulneraciones de derechos en el proceso. Y el último tema es el de enfermedades infecciosas donde está la idea que las personas migrantes son un foco de riesgo. Aquí preocupan principalmente VIH y Tuberculosis donde se ha visto un aumento relativo de personas migrantes con este diagnóstico”.
¿Cuáles han sido los avances de Chile en este tema?
“Hay hartos avances, en la intersección entre migración y salud el Ministerio de Salud ha hecho enormes esfuerzos. Si bien los esfuerzos son posteriores a lo que comunidades civiles han realizado, todo lo que ha sido integración social y de salud en población migrante histórica en Chile ha venido por la base comunitaria más que por las autoridades. No obstante en los últimos 10 años el Ministerio de Salud ha hecho una serie de normativas que buscan integrar y acercar a la población migrante a Chile, por ejemplo el 2003 aceptación incondicional gratuita de mujeres migrantes embarazadas, luego vino protección de refugiados y asilados, niños migrantes, situación de urgencia, son distintos decretos que el ministerio ha ido instalando para proteger la situación desde un enfoque de garantías mínimas para un grupo de mayor riesgo que requiere mayor protección. La política busca avanzar en eso y salir de un enfoque garantista mínimo a una protección amplia y que el migrante en Chile tenga igualdad de derechos que el chileno con toda la discusión ética y financiera y moral o ideológica que eso tiene. Se han hecho hartas cosas y desde esa lógica distintas comunas con alta concentración de migrantes también han tenido sus propios esfuerzos. Santiago, Arica, Antofagasta, Recoleta, Independencia, Estación Central y Quilicura por mencionar algunas están preocupadas desde hace muchas décadas y están buscando integración permanente”.
¿Cuáles son aún los desafíos pendientes en este tema?
“Un desafío es la continuidad del cuidado, cómo una persona migrante que traiga una enfermedad crónica o de cualquier tipo que se cuidaba allá no pierda el cuidado sino que haya un enfoque de cuidado transnacional. Otro es acortar brechas de acceso al sistema de salud que siguen siendo amplias, otro es mejorar la implementación de todos estos esfuerzos que ya se han hecho porque muchos trabajadores de la salud no saben que existen estas normativas y estos decretos y por eso hay fallas de información e implementación de los esfuerzos que se están haciendo. Falta evaluar lo que se está haciendo para hacer mejoramiento continuo, falta formación profesional de pre grado y postgrado en el tema, falta entrenamiento de equipos interculturales en salud y de atención intercultural, falta revisar temas de trato y no discriminación en los espacios de salud y falta revisar y mejorar el registro y monitoreo para generar mejor vigilancia en la salud pública en la materia”.
¿Cuál es la importancia que tiene la formación de los futuros profesionales de la salud para abordar estos desafíos?
“El rol es enorme. Si pensamos que las universidades y los centros de formación tienen un rol social, necesariamente desde ese rol social tienen algo que hacer y decir respecto de la población migrante. En salud existen pequeños esfuerzos de desarrollar capacitaciones de interculturalidad en salud o en competencia cultural, pero hay cuatro o cinco universidades en Chile que llevan varios años trabajándolo pero con un enfoque de pueblo originario entonces falta incorporar el de migración internacional para hacerlo más amplio y también falta que el resto de las universidades se suban al carro. Para eso hay que traer personal avanzado a esas universidades”.
¿Cuáles son los principales mitos en torno a las enfermedades y problemas de salud que se asocian al tema de la migración?
“Hay mitos generales, por ejemplo que hay muchos migrantes en Chile. Otro es que nos vienen a quitar la pega, otro es que vienen a llenarnos las camas de los hospitales (cosa que no es cierta de acuerdo a las estadísticas), que nos vienen a traer sus enfermedades infecciosas cosa que estudios demuestran que el contagio población migrante-local es bajísimo porque generalmente los segregan entonces el contagio finalmente es entre ellos. Debemos tener una mirada de protección en salud que no sea de la obligatoriedad de porque eres migrante te voy a hacer 50 exámenes o poner en cuarentena. Hay enfoques que atentan contra los derechos humanos de las personas migrantes y se deben mirar con cuidado y revisar en su validez de eficacia de protección en salud”.