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Docente de UST Viña del Mar expone sobre “la noción del otro en la psicoterapia” en el XIX Congreso de Psicología y Psicopatología Post-RacionalistaDirector del Área Administración de Santo Tomás Viña del Mar publica libro sobre Buenas Prácticas Agrícolas en el valle del Aconcagua
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Francisco González Puebla estudió la manera en que los productores de uva de mesa de esa zona de la Región de Valparaíso han asumido el desafío de optar a la certificación que les permita, entre otras cosas, poder ingresar al mercado internacional.
Partió como una tesis doctoral, siguió como un artículo en una revista indexada y terminó convertido en un libro. Ese es, a grandes rasgos, el camino que recorrió “Certificación Internacional para las Buenas Prácticas Agrícolas. Productores de uva de mesa del valle del Aconcagua, región de Valparaíso, Chile”, el primer libro escrito por Francisco González Puebla, director del Área Administración del IP-CFT Santo Tomás Viña del Mar.
“Es un estudio ligado a cómo ha ido evolucionando el proceso de adopción de las normas de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y cuáles son los beneficios que los productores consideran que esto les daría. Es una continuación de mi tesis doctoral, ahora me concentré en cómo este proceso ha ido creciendo en el transcurso de los años y cómo los mismos agricultores han ido modificando su percepción respecto a la implementación de las BPA”, explica.
La publicación de este libro fue una sorpresa para el docente de Santo Tomás Viña del Mar. Su interés por el tema surgió hace un par de años, lo que desembocó en su tesis doctoral en el Instituto de Estudios Superiores Spenta, de Monterrey, México. Luego envió un artículo a la revista Estudios Hemisféricos y Polares, que lo evaluó y publicó, pero la opción de convertir el texto en un libro no estaba en sus planes iniciales.
Buenas Prácticas Agrícolas en el valle del Aconcagua
Respecto al tema de su investigación, señala que su motivación se centraba en ver cómo los productores de uva mesa del valle del Aconcagua han asumido el desafío de certificarse según las normas de Buenas Prácticas Agrícolas. Y comenta que, desde que inició los primeros contactos hasta hoy, ha podido comprobar que el interés por sumarse a este proceso de acreditación va en un sostenido aumento.
“Cada vez hay mayor interés, obviamente por el tema de las exportaciones. Esto es muy similar a cuando aparecieron las normas ISO, al principio nadie las tomaba mucho en cuenta, pero al querer expandir tu negocio, exportar tus productos a mercados internacionales, son certificaciones que hay que ir teniendo”, dice.
Francisco González añade que, hace unos años, los productores no sentían necesario adoptar las BPA, sobre todo “el agricultor más pequeño, el que abastece solo al mercado local, porque él sabe que va a vender su producción igual, con normas o sin normas. Pero al que tiene una mayor visión de futuro, al que quiere vender sus productos en mercados internacionales, esto le fue abriendo la mente. Entendieron que, pese a ser pequeños empresarios, podían llegar a exportar sus productos y eso por supuesto que les atrae”.
La obligación de certificación internacional
El titular del Área Administración de Santo Tomás Viña del Mar sostiene que, si bien la certificación es voluntaria, el mismo mercado está impulsando a los productores a obtenerla. “Mucha gente creía que en algún momento lo iba a tener que hacer, pero si lo podía aplazar, lo hacía. Poco a poco el medio va generando un poco de presión. Como son empresarios pequeños dedicados al mercado local, no ven gran diferencia con exportar, sienten que es mucho trabajo siendo que el cliente que les ha comprado toda la vida igual se va a llevar toda su producción. El problema es que si ese cliente quiere revender y apunta al mercado internacional, va a requerir la certificación”, ejemplifica.
Por lo mismo, cree que la certificación en BPA terminará siendo una exigencia: “la lógica apunta a que sí, pero como hay costos involucrados, será gradual. El tema es que estas obligaciones a veces favorecen al empresario más grande, que puede invertir, mientras el empresario más chico prefiere ocupar su dinero en cubrir necesidades más básicas. Pero el mismo medio te va empujando si observas que cada vez hay menos posibilidades de seguir avanzando”.
Finalmente, González cuenta que, de los casos que pudo seguir, una gran mayoría está conforme por haberse certificado. “Quizás alguien podría haber esperado mejores rentabilidades al principio, pero estos son procesos graduales. Además, se protegen de que el mercado los vaya desechando por quedarse atrás, que es algo que no perciben a corto plazo”, cierra.