Por: Carol Paulina Saldías Solis, Kinesióloga,Directora Carrera de Kinesiología Universidad santo Tomás Temuco

Dra. Investigación Gerontológica, Magister en Gerontología Clínica.

 

Cada 1 de octubre se celebra el Día Internacional de las Personas Mayores, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el envejecimiento y la importancia de generar un entorno propicio para una vida plena en esta etapa. Desde la gerontología, que se dedica al estudio integral del envejecimiento, se destaca la relevancia de promover el envejecimiento activo, que no solo implica la prolongación de los años de vida, sino garantizar que estos años se vivan con calidad, dignidad y bienestar. Este enfoque pone énfasis en la salud física, mental y el contacto social como pilares fundamentales para un envejecimiento saludable.

La actividad física, especialmente los ejercicios de resistencia y fuerza, ayuda a mitigar la pérdida muscular y mejora diferentes habilidades motrices, como el equilibrio y la coordinación, claves para mantener la independencia en las actividades cotidianas. Dentro del ámbito kinésico, buscamos siempre optimizar la funcionalidad con un enfoque en el usuario y en su entorno, fomentando un ambiente positivo en pro de una mejora continua.

El bienestar emocional y mental es otro de los pilares del envejecimiento activo. Mantener una mente activa, gestionar el estrés y preservar una actitud positiva hacia la vida son esenciales para evitar el deterioro cognitivo y las enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad, que son prevalentes en las personas mayores. El entrenamiento cognitivo y el aprendizaje de nuevas habilidades y experiencias son aspectos clave para una buena salud mental. Además, el acceso a servicios de salud mental, el acompañamiento psicológico y el fomento de actividades que estimulen las habilidades cognitivas son de suma importancia como protección neurocognitiva.

El envejecimiento activo también subraya la importancia de mantener una vida social activa. Las relaciones interpersonales y el contacto con la comunidad son fundamentales para la salud mental y emocional. La gerontología destaca el valor del apoyo social para reducir la soledad y el aislamiento, factores de riesgo para diversas patologías tanto físicas como psicológicas. Participar en actividades comunitarias, mantener vínculos familiares y tener acceso a redes de apoyo permite que las personas mayores se sientan valoradas, integradas y con un propósito en su día a día.

Desde la gerontología, la vejez es una etapa de oportunidades, nuevos aprendizajes y transformaciones. Es una fase de la vida que merece ser vivida con bienestar, respeto y dignidad. Sin infantilización, sin caer en viejismos o estereotipos de vejez, sino con la convicción de que es solo una etapa más del ciclo vital: puede ser difícil e intensa, pero no por eso menos atrayente.