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Trabajos Voluntarios hicieron vibrar a Tomasinos de Puente AltoDe las 23 sedes
Trabajos voluntarios: Cuando el desafío del estudiante es ayudar
Más de 440 alumnos de Santo Tomás fueron parte de los Trabajos Voluntarios de Verano 2019 realizados en las localidades de Paihuano (IV Región) y Yumbel (VIII Región).
Desde el 4 al 11 de enero, Santo Tomás llevó a cabo la séptima versión de los Trabajos Voluntarios de Verano 2019 que, en esta ocasión, se desarrollaron en las localidades de Paihuano, en el Valle del Elqui, y en Yumbel, en la Región del Biobío. En el norte, asistieron 248 estudiantes pertenecientes a 12 sedes desde Arica a Santiago y en el sur, participaron 195 alumnos de 11 sedes desde Rancagua hasta Punta Arenas.
La actividad, organizada por la Dirección de Asuntos Estudiantiles, tuvo como fin prestar servicios a localidades caracterizadas por sus altos índices de vulnerabilidad, en la construcción y recubrimiento de mediaguas y cobertizos; a través de operativos sociales llevados a cabo por alumnos de carreras de salud, y en el mejoramiento de espacios públicos y escuelas.
“Buscamos que exista una interacción entre los estudiantes de las distintas sedes. Nosotros no ponemos a todos los de la misma sede en una comunidad, sino que, los dividimos en las distintas comunidades, para que compartan con sus compañeros”, explicó Juan Pablo Jacir, Director Nacional de Gobierno Estudiantil y Acción Social de Santo Tomás.
En el voluntariado, también destaca la realización de dos actividades de reflexión lideradas por la Dirección de Formación e Identidad. “Estas permitieron sacar a flote y compartir muchas de las vivencias y de los aprendizajes de esos días, que sin duda los estudiantes se llevan a sus casas y que contribuirán a hacer un Chile más humano. A ellos les hace mucho sentido, pues son muy conscientes de que no van solo a hacer cosas sino a aprender”, comentó Esther Gómez, Directora Nacional de Formación e Identidad, quien fue parte de los trabajos de Yumbel.
Estudiantes de norte a sur
Apoyar a familias vulnerables, mejorando su calidad de vida, fue uno de los principales motivos que llevó a estudiantes de distintas realidades a reunirse en estas dos localidades durante toda una semana. Es el caso de Carlos Cerda, alumno de 75 años de Técnico en Podología Clínica de la sede Punta Arenas y artista visual jubilado, quien buscó ayudar a los adultos mayores, razón por la cual volvió a estudiar y decidió hacer un voluntariado por primera vez en su vida.
“En la carrera todos mis compañeros tienen 19 años, somos solo tres hombres. Primero tenía miedo, pero me ha ido súper bien, recién le ayudamos a una familia mayor a construir un baño. Todos mis hijos están casados y tienen más de 40 años, al principio dudaban de mí, pero ahora me apoyan. Mis nietos van a la universidad y ahora pertenezco a su grupo”, aseguró Carlos.
Por otro lado, a José Segura, alumno de Ingeniería en Prevención de Riesgos de la sede Concepción y jefe de cuadrilla, le tocó trabajar por primera vez en Yumbel, donde vive junto a su familia. “Es emocionante poder ayudar dentro de tu comunidad, a tus vecinos. Somos una localidad con 20 mil habitantes en donde hay muchas personas que necesitan de nuestro apoyo. Mi familia me felicita por hacer esto, me piden que almuerce o vaya a dormir a la casa porque estoy cerca de ellos, pero prefiero pasarlo con la comunidad. Están orgullosos, soy la primera generación en estudiar”, explicó.
Solidaridad y fraternidad
Otra de las características que siempre genera atención en los estudiantes, es la dinámica que se da cuando jóvenes de distintas carreras y regiones se reúnen. “Sin dudarlo, lo mejor fue el grupo humano que me tocó, personas muy hermosas, siempre dispuestas y motivadas para ayudar a los demás. Ya sea en la convivencia o en el trabajo, cada uno de ellos aportaba con algo especial al grupo, y entienden lo que es la solidaridad y fraternidad”, dijo Carolina Romo, estudiante de Psicología de Viña del Mar, quien ejerció como subjefa en Tres Cruces.
En tanto, Felipe Muñoz, voluntario de la sede Iquique, indicó que “es algo totalmente bonito. Compartes con gente de todos lados y haces muchas amistades. Es importante ayudar a las necesidades que tienen las familias. Dejamos el legado de Santo Tomás y eso es importante. Es reconfortante saber que con algo poco que uno hace, la gente queda feliz”.
Una opinión similar mantuvo John Briones, estudiante ecuatoriano de Técnico en Turismo en Temuco. “Unos días atrás, fuimos a ayudar a una señora con síndrome de Diógenes, le ordenamos y ayudamos en el recubrimiento de su casa. Los voluntariados son algo muy lindo, entiendes que hay personas que no tienen nada y que es necesario apoyarlos. En mi país se me cerraron todas las puertas para estudiar; mi mejor decisión fue quedarme en Chile”, sentenció.