Casi 500 estudiantes de 23 sedes de la Institución participaron de diferentes iniciativas con el objetivo de aportar desde su experiencia académica a comunidades que poseen altos índices de vulnerabilidad.

Una vez más, los Trabajos Voluntarios de Invierno en su versión 2019 reunieron un gran número de estudiantes de distintas partes del país, dispuestos a ayudar a alejadas comunidades durante sus semanas de vacaciones. En esta ocasión, la iniciativa reunió a 495 estudiantes de la Universidad, el Centro de Formación Técnica y el Instituto Profesional, quienes se desplazaron a nueve sectores con altos índices de vulnerabilidad.

Los estudiantes de las 23 sedes viajaron hasta San Pedro de Atacama, Tierra Amarrilla, Limache, Alhué, Pirque, San Ignacio, Quilaco, Calbuco y Puerto Natales para contribuir en diferentes tareas con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de esas localidades. Fue un trabajo arduo, que en algunos casos se extendió por cinco días, pero que dejó la inigualable satisfacción de aportar directa y concretamente a las familias de estos sectores.

Reconstrucción de viviendas

Axel Lillo, estudiante de Rancagua, vive su segundo y último voluntariado de invierno en Santo Tomás. Este año fue jefe de comunidad en la localidad de Pueblo Seco, en San Ignacio, Región del Ñuble, donde junto a su equipo participó en la construcción y reparación de mediaguas y la escuela de la localidad.

A su juicio, la acción lo tuvo “bastante emocionado y también estuvimos bien regaloneados. Las familias nos reciben con pancito amasado y huevito de campo. Viajar, conocer otras historias y personas es algo impagable (…) La humildad de la gente es algo que me enriquece la vida”, enfatizó.

Similar opinión tuvo Javiera Magna, alumna de Medicina Veterinaria, quien se desplazó hasta el poblado de Callejón Cabrera, en Limache, donde participó junto a otros 50 estudiantes de Santo Tomás en la reconstrucción de más de 60 viviendas afectadas por un gigantesco siniestro en el verano pasado.

“Estar en un lugar donde se destruyó todo nos llega al alma, para los vecinos es una herida todavía abierta y eso lo hace diferente a otros voluntariados que hemos hecho”, sostuvo la alumna.

Condiciones extremas

En tanto, cerca de 60 estudiantes de las sedes Concepción y Los Ángeles llegaron a Quilaco (Región del Biobío) para atender gratuitamente a más de 50 adultos mayores del hogar de ancianos Juan Pablo Segundo y la junta de vecinos de esa comuna, quienes, agradecidos por la atención integral de parte de alumnos y docentes de la carrera de Podología Clínica, recibieron educación sobre los principales cuidados de los pies y las diversas patologías a las que están expuestos durante el período invernal.

“Estoy muy contenta de participar en esta actividad porque son instancias que nos permiten educar a la población más vulnerable de nuestro país y entregar nuestro servicio a un bien de la comunidad. En la intervención realizamos un chequeo general para determinar el estado de salud de los pies de las personas mayores y posteriormente procedimos a realizar la atención podológica completa”, señaló Mary Jara, estudiante de Podología Clínica de la sede Concepción.

Asimismo, ni las bajas temperaturas ni los 2.400 metros de altitud impidieron que Tomasinos de Antofagasta, Arica e Iquique llegaran hasta las localidades de Socaire, Talabre y San Pedro de Atacama para dedicar todo su esfuerzo en trabajos de limpieza, jardinería, pintado, restauración de escuelas y centros de salud que fueron azotadas a comienzo de año por inclemencias climáticas.

Al respecto, Cristina Olivares, estudiante de Ingeniería en Administración, manifestó que “esta es la séptima vez que participo en los voluntariados, y para mí, ha sido una experiencia única. Es importante que como futuros profesionales logremos tener una formación que vaya más allá de lo académico”, sentenció.