¡Yoga y meditación al aula de clase!

En una sociedad cada vez más compleja e inmersa en un acelerado ritmo de vida, nosotros los adultos estamos llamados a crear nuevas formas de educar, formas que se adapten a la particular manera de vivir y crear el mundo de las nuevas generaciones.

Es así como prácticas milenarias como el Yoga y la Meditación, hoy se transforman en poderosas herramientas para el proceso pedagógico formal o informal de un ser humano, aportando para la formación de niños y niños más felices al conectarse de manera efectiva con sus emociones esenciales.

Ante ello, una de las prácticas que surgen bajo esta premisa es la metodología Atemporalia, que busca integrar de manera lúdica algunos aspectos de estas disciplinas para llevarlos hasta las aulas aportando a potenciar el aprendizaje desde los sentidos.

Meditación y Atemporalia

La metodología Atemporalia es una práctica recomendable para ser aplicada por docentes de enseñanza básica y también por padres y madres. A través de cinco personajes mágicos enlazados con la música y el juego, se integran los elementos fundamentales de la naturaleza (espacio, aire, fuego, agua, tierra), y van aportando en la configuración de estrategias pedagógicas interactivas e inclusivas, que traen grandes beneficios comprobados científicamente como son regular las emociones, desarrollar autoconcepto, favorecer la relajación y la calma, potenciar la actividad intelectual y física, además de la atención y la focalización.

La integración de técnicas basadas en el Yoga y la Meditación se transforman en un puente para conectar tu ser finito con la esencia infinita, o dicho en otras palabras: ayudan de manera sutil y sensible a conectar con la esencia fundamental de la condición humana. Y ¿cuál es esta condición? ¡Sí!, la diversidad. Claro, porque tú eres un ser diverso en ti mismo, cada día diferente…

Soy una convencida de que ha llegado el momento de llevar prácticas diferentes al aula si queremos conseguir cosas diferentes y no más de lo mismo y no más seguir engordando las cifras del fracaso escolar masivo. La escuela debe trabajar en función de las necesidades de los estudiantes, y no sólo en función de las necesidades de los adultos.