¿Cuándo hablamos de hipertensión arterial? ¿Cómo afecta a mi organismo? ¿Qué puedo hacer para mantener mi salud en la mejor condición posible?

Estas preguntas deberían ser las que nos realizamos cuando enfrentamos un proceso de enfermedad, más cuando hablamos de una afección que es multicausal y que está asociada en gran medida a nuestros estilos de vida, los que son completamente modificables, pero que necesitan, compromiso, constancia y apoyo familiar.

¿Qué es la hipertensión arterial? Primero hay que explicar que todos tenemos presión arterial, porque ésta es la fuerza que ejerce normalmente la sangre contra las paredes de las arterias (tipo de vaso sanguíneo) al ser bombeada por el corazón a gran presión. Lo óptimo es que la presión arterial sea menor a 120/80 mmHg o 12 con 8, como lo conocen algunas personas, sin embargo, es tolerable para nuestro organismo hasta 139/89 mmHg o menos de 14-9. Una vez que la presión aumenta sobre esos valores y lo hace de forma constante, nos encontramos ante una hipertensión arterial (esto debe ser diagnosticado por un profesional médico) y como imaginará, esta fuerza aumentada sobre sus arterias, a la larga genera daño en ellas y nuestro organismo para tratar de repararlas envía una especie de parche, conformado por plaquetas que se depositan en el vaso dañado y que finalmente terminan formando una placa de colesterol más triglicéridos que pasan a quedar enganchados en este parche y ésta placa va creciendo hasta que cubre completamente la arteria, enfrentándonos a problemas como un infarto cerebral o cardíaco, entre otras tantas complicaciones asociadas a esta enfermedad.

Lamentablemente la hipertensión, al igual que otras enfermedades cardiovasculares, no presentan síntomas, por lo que, a los equipos de salud, les cuesta mucho que los pacientes adhieran a tratamiento y cuando hablamos de adherencia al tratamiento, no hablamos solamente de acudir a sus controles y tomarse los medicamentos, hablamos de que generen cambios en los hábitos que los han llevado a desarrollar esta enfermedad.

Es indispensable que vaya a sus controles médicos y sea honesto con su equipo de salud, que siga la terapia de medicamentos, que disminuya progresivamente el consumo de sal (las comidas que usted compra ya traen sodio), y haga ejercicio, cualquier tipo de ejercicio, intente dedicar media hora, tres veces a la semana, no es demasiado pensando en todo el beneficio que le aportará, sobre todo en esta época de pandemia.

Disminuya progresivamente su peso si es que está con sobrepeso u obesidad, no es una cuestión de estética ¡es salud! Para lograrlo, hay que hacer un poco de ejercicio y mantener una alimentación balanceada.  Roma no se construyó en un día, generar estos nuevos hábitos le tomará tiempo, pero comience con algo y sea constante, ponga su salud como prioridad, dado que, si no toma el control de su enfermedad, usted pudiera presentar complicaciones, dentro de las cuales se encuentran los infartos cerebrales y cardiacos.

En este día, donde conmemoramos el Día Internacional de la Hipertensión, es importante reforzar la responsabilidad que tenemos frente a nuestra propia salud, es necesario que nos preguntemos si los hábitos que tenemos y estamos entregando a nuestros hijos o nuevas generaciones son saludables o están atentando contra nuestra propia salud. Es momento de reflexionar y hacernos cargo de lo que a nosotros nos corresponde, recuerde que el profesional de salud existe para apoyarlo, guiarlo y educarlo, pero no puede cambiar sus hábitos de vida por usted, eso es su trabajo, para su mejor bienestar.