El conflicto de Ucrania y Rusia desde la mirada del Comercio Exterior y la Logística

Cada noche, al ver los noticiarios de TV o leer la prensa, nos enteramos de cómo evoluciona el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania y sus terribles consecuencias en la población de esos países.

Un dato no menor en relación esto es que ambas naciones se encuentran en la región oriental de Europa a 15 mil kilómetros de distancia de Chile. Es decir, casi 9 veces la distancia entre Santiago y Arica. Y, que por ende, no representan un intercambio comercial muy relevante para Chile.

Actualmente, las exportaciones chilenas a Rusia representan un 0,68% del total y se componen básicamente de truchas, salmones y conservas de pescado las que se envían desde los puertos de San Vicente y Coronel en la región del Biobío. En tanto, las importaciones desde Rusia representan un 0,03% de las adquisiciones totales y se conforman principalmente de carbón mineral, abonos y automóviles.

Por otro lado, el mercado de Ucrania representa un 0,03% de nuestras exportaciones totales siendo los principales productos exportados por Chile las conservas y preparaciones de pescados y mariscos, vino, papel y cartón. Las importaciones representan 0,02% del total y los productos que compramos a Ucrania son principalmente cerveza de malta, prendas de vestir y accesorios.

Ahora bien, las implicancias indirectas que trae este conflicto sí son muy relevantes para Chile, pues Rusia y Ucrania juegan un papel clave en el suministro mundial de materias primas estratégicas para uso industrial y alimentario.

Rusia es uno de los mayores productores de gas y petróleo y Ucrania es considerada el granero del mundo por ser uno de los mayores exportadores de trigo del planeta.  Rusia también controla el 50% del suministro mundial de paladio, metal esencial para la construcción de los catalizadores de los automóviles afectando directamente a la industria automotriz. Este conflicto ha elevado el precio de este metal raro a valores superiores al del platino lo que podría suponer un aumento en el precio de los automóviles. Y qué decir del petróleo. Si bien Chile lo importa desde Brasil y Ecuador principalmente, el precio mundial de este commodity sube como la espuma.

Desde la perspectiva del transporte internacional aéreo y marítimo, el precio de los fletes podrían verse afectados por un alza importante de tarifas, en un momento en que la cadena de suministro global aún se está recuperando de la pandemia. Se esperan alzas que podrían incluso duplicar las actuales tarifas, ya elevadas a causa de la situación sanitaria. Además, los servicios de transporte marítimo que llegan a Rusia y Ucrania deben realizar cambios de ruta, lo que produciría congestión en algunos puertos de Europa contribuyendo al alza de tarifas. Desde el comienzo del conflicto se ha confirmado congestión en el estrecho de Kerch, -canal que conecta el Mar Negro con el Mar de Azov- contribuyendo a la congestión de los centros logísticos en el norte de Europa.

Desde el punto de vista de los Cambios Internacionales, vale decir las transacciones con el exterior que impliquen pago o transferencia de divisas, también se verían afectadas. El dólar estadounidense se transa en alrededor de $800 por dólar, (tipo de cambio) y cuyo promedio ponderado de transacciones del mercado cambiario formal se conoce como dólar observado. Un encarecimiento del dólar respecto del peso podría contribuir a una presión inflacionaria que terminaría por afectar el precio de todos los bienes y servicios que consumimos.

Todos los hechos descritos arriba no solo confirman lo terrible de la guerra, sino además en un mundo globalizado con una gran interdependencia económica entre los distintos países, queda en evidencia que este conflicto bélico afectará nuestras vidas a pesar de estar desarrollándose a 15 mil kilómetros de distancia.