Resignificando las emociones de nuestros niños

Las emociones son la piedra base de las relaciones personales e interpersonales, ya que, a partir de ellas y de cómo se manejan, las personas nos relacionamos con los demás. Pero ¿qué hacemos cuando en tiempos de pandemia los niños han perdido el sentido de realizar actividades y la mayor parte de las emociones son negativas?, ¿Cómo podemos dar un nuevo sentido a las emociones para que se transformen en positivas?

El primer factor importante que considerar es la seguridad. Las investigaciones han demostrado desde la psicología que sentirse seguro es la base del desarrollo socio-afectivo.  Es importante recordar que con esta crisis, la seguridad se ha ido desmoronando. Entonces debemos volver a entregar esa seguridad a los niños, adolescentes y sus familias.  La teoría del apego de John Bowlby es probablemente una de las teorías que más ha influido en la comprensión de las relaciones entre niños y adultos, donde el postulado básico es que en los primeros años de vida se establece un vínculo entre el bebé y su cuidador primario (generalmente la madre) que favorece la supervivencia y un desarrollo adecuado.

Cuando se logra la seguridad pasamos a un segundo punto que es la calma. Aquí, debemos buscar estrategias de respiración y meditación y debemos proveer espacios de tranquilidad.  Desde la virtualidad, los docentes o adultos que trabajamos con niños debemos enseñar una estabilidad emocional; una práctica de Zoom u otra plataforma podría comenzar con ejercicios de respiración, trabajar qué me pone bien y conocer las cosas que nos hacen bien. De esta manera, podemos lograr que nuestro cuerpo encuentre el equilibrio.  Si estamos en casa, como padres, igualmente podemos realizar estas actividades, ya que fortalece el vínculo entre padres e hijos.

Luego que hemos encontrado seguridad y calma, llegamos al tercer punto importante: la auto-eficacia. Está relacionada con la sensación de sentirte competente. Lo que tenemos que ofrecer a los niños – ya sea dentro de la familia o para los alumnos en caso de los docentes – son actividades que ellos puedan realizar, que sientan que pueden cumplir, no que sientan que les quedan grande, ya que la crisis es difícil de sobrellevar. Si me siento competente, si me siento seguro ante lo que soy y siento que las actividades que realizo están bien, se generará una mayor confianza, seguridad y motivación hacia las actividades a realizar en el futuro. Pequeñas acciones como si decimos a un niño la importancia del valor de la responsabilidad, realizar tareas en casa o hacer su cama, y él la hace y nosotros retroalimentamos positivamente con palabras como ¡Muy bien! o ¡Te felicito!, me ayudan a construirme para adelante como adulto con habilidades sociales asertivas y generador de emociones positivas.

El cuarto punto a considerar es la narrativa. Aquí es importante que nosotros como adultos, podamos ofrecer actividades y materiales que le permitan a los niños expresar lo que ha sido este período, que cuenten su historia, ellos necesitan que los escuchen, compartir sus historias.  Es fundamental construir un clima positivo con ellos, siempre rescatando sus fortalezas en las historias.  Esto lo podríamos trabajar pidiendo que describan el coronavirus en 25 palabras o mi familia y yo durante cuarentena en 25 palabras. Esto nos permitirá conocer su estado emocional y a la vez vincularnos con ellos, creando confianza y esperanza a través de lo lúdico.

Finalmente, el quinto y último punto es la esperanza, donde debemos nutrir con mensajes de esperanza, de un mundo prometedor, ser solidarios y promover conductas solidarias. Esto ya lo hemos visto durante este período, donde se han visualizado almuerzos comunitarios para las personas que necesitan, jóvenes que hacen las compras de los adultos mayores para no exponerlos, etc.

Todos estos puntos son claves para poder resignificar las emociones, ya que sólo sintiéndonos seguros, teniendo esperanza, siendo solidarios, sintiéndonos capaces y útiles podremos encontrar un nuevo sentido a lo que creímos perdido durante este distanciamiento social: la belleza de la vida, del amor en familia, de entregar y recibir afecto con palabras y gestos.