Reflexiones en torno al Congreso Católicos y Vida Pública versión XVI

El pasado 23 y 24 de septiembre, en plena Semana de Santo Tomás de Aquino, se celebró en la Institución Santo Tomás, el Congreso Católicos y Vida Pública, en su versión XVI, el cual contó con una cobertura y presencia nacional.

La temática central de este importante encuentro, fue reflexionar en torno a la Ciudadanía desde la perspectiva histórica, y también desde la fe, desentrañando diferentes posibles caminos para el dialogo y la participación.

En medio de un contexto de virtualidad, debido a los efectos comunicacionales de la pandemia, diferentes personalidades de la actualidad Nacional e Internacional del ámbito de la Historia, Sociología, Economía, y la Iglesia Católica, entre otros, dieron vida a un encuentro, que a través de diversas posturas fueron configurando una importante riqueza de argumentos e ideas, que pusieron en el centro de dicha discusión y reflexión, lo relevante que es el diálogo, y la armonización de posturas que reconozcan la dignidad e integridad de la persona, para la construcción de una sociedad basada en los principios del bien común.

Lo anterior comprendiendo que las estructuras que el mundo había diseñado para su funcionamiento, se han desplomado en medio de esta gran crisis, en donde hemos presenciado los fines de ciclos de las viejas estructuras, cuyos efectos claman por reestructuraciones significativas, con una resignificación de valores sociales que deben ser rescatados, a la luz del valor del ser persona.

Las coyunturas sanitarias actuales, con fuerte impacto en los escenarios económicos, políticos, y sociales de los países, han dejado en evidencia, lo imperioso que es abrazar una economía basada en los principios de la doctrina Social de la Iglesia, cuyo eje central sea salvaguardar esta dignidad de la persona humana, en la búsqueda constante de la justicia social.

Entre muchas de las relevantes ideas y reflexiones que se suscitaron en este encuentro, una de ellas me hizo un particular sentido, y fue la reflexión abordada por el destacado Sociólogo Pedro Morandé, haciendo alusión al histórico nivel de desconfianza en que se encuentra la Ciudadanía en nuestro país, en medio de una gran desigualdad. ¿Por qué me otorga tal sentido esta reflexión? Como profesora y formadora de docentes en este último periodo en la Institución, me fue inevitable no hacer la analogía de lo que implica la desconfianza en el escenario formativo, y luego extrapolarlo al escenario social global.

Cuando un estudiante no se siente en un ambiente que favorezca su confianza, afloran en él sentimiento de inseguridad, de angustia, de miedo, de no pertenencia, que lo paralizan e impactan en su propia autoestima, en ocasiones se vuelve a la defensiva frente al entorno, minando sus potencialidades creativas, visualizando caos, ahí donde para otros podría haber una oportunidad. Por ello cada gesto amable, cada apertura al diálogo, cada escucha activa, cada retroalimentación positiva, en fin… cada acción docente que deposite semillas de confianza en nuestros estudiantes, es una verdadera joya de invaluable impacto en lo venidero. Lo mismo sucede a un nivel macro en este gran tejido social. El mayor de los regalos que puede contribuir cada persona en esta sociedad, así como también cada Institución que la compone, es la confianza, ella restituye en el ser humano, el valor de ser persona, y la libertad de expresarse en su más genuina diversidad.

Comprendiendo que los cambios mas trascendentes de toda sociedad tienen su base en las virtudes de la persona misma, es de sumo relevante potenciar y promover una educación sustentada en los principios de una ciudadanía responsable, que vea en el otro no como una amenaza, sino como a un igual, merecedor de reconocimiento, y con oportunidades para desarrollar sus talentos y habilidades. ¿Para qué? Para que cada ciudadano, asuma de manera consiente el gran rol transformador que cada persona está llamada a efectuar en el devenir de una nación.

En este escenario, nuestra Casa de Estudios con su privilegiada presencia Nacional, y en su rol de agente de cambio social, aporta un importante caudal de talentos al desarrollo del país, con Técnicos, y Profesionales competentes que, impregnados de nuestro sello Santo Tomás, impactarán en los diferentes ámbitos y contextos donde se desenvuelvan, transformando escenarios adversos en oportunidades, con soluciones inclusivas, fraternas y creativas, que contribuirán a la construcción de un país más justo, y más solidario.

El desafío de una sólida formación valórica integral, en cada uno de nuestros estudiantes que transitan por las aulas de la Institución, es uno de los grandes compromisos que Santo Tomás tiene con el desarrollo de nuestro país.