¿Por qué conmemorar la Infancia?

Cada 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Infancia, pero poco sabemos sobre por qué es necesario tener presente esta celebración. Se conmemora porque un día como éste, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos de los Niños en el año 1959, pero no fue hasta 1989 – un mismo día 20 de noviembre – cuando se terminó el texto definitivo de la Convención sobre los Derechos de los niños. Principalmente, se reconoce que los niños y niñas requieren atención y protección especiales. Chile ratifica este convenio internacional en el año 1990.

Y, ¿por qué es tan importante que los adultos recordemos y reflexionemos sobre los derechos de los niños? Porque es nuestra responsabilidad como adultos velar por su protección, el acceso a salud y educación para que de esta manera puedan desarrollarse plenamente en un ambiente favorable y así adquirir todos los aprendizajes que les permitan ser autónomos e insertarse satisfactoriamente en su entorno.

Es aquí donde entra en juego nuestro papel desde el entorno de las familias y la comunidad. Tener hijos implica responsabilidades que se deben ir asumiendo día a día y que se van modificando continuamente en la medida que van creciendo. Es nuestra obligación velar por un estado de salud adecuado, por ejemplo: aprender sobre alimentación saludable e inculcarla en nuestros hogares; pero salud no sólo es alimentación, sino también cuidados personales, tales como la higiene diaria o del entorno, motivando la adquisición de rutinas de aseo y orden. Salud implica también factores psicológicos y emocionales: un niño crece sano emocionalmente cuando tiene padres que son conscientes de la importancia de expresar emociones, reconocerlas y afrontarlas para seguir adelante ante las adversidades (lo que podríamos llamar tener tolerancia a la frustración). Esto lo podemos realizar generando espacios de convivencia sana mediante realización de las rutinas del hogar en conjunto, generando espacios de esparcimiento mutuo, motivando la conversación constante, ya que tanto padres como hijos lo necesitamos. Resaltar la importancia de dejar de lado los aparatos tecnológicos, preocuparnos de su salud mental, es enseñarles que debe haber un límite para su uso y dejar espacios para compartir la mesa y conversar en familia.

A nivel educacional, siendo responsables con el proceso formativo de nuestros hijos, no sólo en relación a los aprendizajes de escolares, sino de manera íntegra, en valores, que sean conscientes de sus propios derechos, pero también de sus deberes, sobre todo de sus responsabilidades, ya que últimamente nos hemos encontrado con más demandas o exigencias que consciencia de sus deberes. Un ejemplo claro para ello puede ser la adquisición de rutinas de estudios, diseño de horarios para sus rutinas del hogar, actividades extraprogramáticas, entre otros.

Y… ¿cómo podemos guiar esto? Principalmente, tomando conciencia de nuestra responsabilidad, aprendiendo, indagando sobre cómo podemos ser mejores padres, conversando con otros amigos sobre cómo lo hacen, sus posturas y convicciones. Es por ello, que la mejor forma de conmemorar el Día de la Infancia no es con regalos, es intentando ser mejores formadores de personas continuamente.