Verónica Rubio, directora de Trabajo Social en UST Viña del Mar: “El proceso constituyente es un momento soñado para las y los trabajadores sociales”

La académica sostiene que las y los profesionales de esta disciplina están llamados a cumplir un rol muy importante en la gestión y organización social territorial que debería permitir el surgimiento de voces y grupos históricamente invisibilizados.

Verónica Rubio no lo duda: “El proceso constituyente es un momento soñado para las y los trabajadores sociales”. Para la directora de la carrera Trabajo Social de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar, el momento histórico que se encuentra viviendo nuestro país presenta oportunidades en diversos ámbitos para su disciplina. Primero, desde la opción de ser testigos de un hito que no se repetirá en mucho tiempo; segundo, desde la oportunidad de ser protagonista y partícipe de una convención constitucional; y tercero, desde la posibilidad de apoyar la gestión social territorial y la organización de las comunidades para el surgimiento y representatividad de nuevas voces en muchos ámbitos: la diversidad, los pueblos originarios, las personas mayores, las mujeres, las niñas y niños, las juventudes.

“Sólo imaginar que un trabajador social pudiera ser un actor elegido por la ciudadanía es algo indescriptible. Ya con los cabildos territoriales empezamos a vivir eso, así que es de verdad un momento soñado, es un momento hermoso porque nunca en la historia del país se ha escrito una constitución así, donde efectivamente exista democratización en los procesos y no sea solo escrita por elites y grupos privilegiados”, señala.

Pensando en que este proceso es la oportunidad ideal para que emerjan grupos hasta ahora invisibilizados y que se reconozca la diversidad que conforma nuestro país, la académica de UST recalca que “el Trabajo Social tiene mucho que hacer ahí”. ¿Cuál es el aporte que puede realizar esta profesión? Se explaya: “en estos procesos de representatividad puede colaborar mucho el Trabajo Social, que está orientado a la organización de la sociedad civil, a la participación ciudadana, a la conformación de liderazgos territoriales. Nosotros trabajamos organizando uniones comunales, juntas de vecinos, aportando en temas de territorialidad y resolución de conflictos. Nuestro fin es trabajar para que la gente se organice y logre autonomía, nuestro trabajo no está orientado a las dependencias, desde la verticalidad o el asistencialismo”.

El momento para ser trabajadora y trabajador social

Verónica Rubio reconoce también que la juventud ha sido un protagonista fundamental del movimiento social que irrumpió en el último año y nota que ese ímpetu por impulsar transformaciones radicales puede ser encauzado a través de carreras como el Trabajo Social. “Si a ti como futuro profesional te interesa colaborar en la solución de las necesidades de las personas, para eso tienes que estudiar Trabajo Social. Esta carrera te va a entregar herramientas que te permitirán una reflexión profunda de la realidad social, desde las perspectivas económica, sociológica, psicológica, antropológica e histórica, con el fin de colaborar en el empoderamiento de los territorios y las comunidades, en la organización barrial, siempre pensando en la autonomía de los grupos humanos y  en el rol protagónico que les cabe en la transformación social de las situaciones que les aquejan”, aclara.

“Es el momento para que tengamos estudiantes muy creativos y comprometidos socialmente, pero también hay que reconocerle a las comunidades y territorios la posibilidad de autogestión que ellos tienen más allá del Trabajo Social”, insiste.

Respecto al protagonismo de la disciplina en el proceso constituyente, la académica recuerda que “en el proceso que intentó impulsar Michelle Bachelet en su segundo gobierno, se organizaron cabildos, incluso nosotros como carrera participamos activamente en uno con estudiantes de primer año. En ese proceso de organizar las bases, de conformar asambleas territoriales, ahí yo veo a todos mis estudiantes haciendo prácticas, más allá de las fronteras institucionales, emplazados en los espacios territoriales. Es un campo laboral que se va a hacer más visible. Yo no digo que deje de existir el trabajador social en la institucionalidad, en la imagen típica que se tiene de un trabajador social en organizaciones  públicas y privadas,  porque son espacios muy necesarios de ocupar por nuestra profesión, pero también me imagino a un estudiante en práctica fuera de esas fronteras institucionales, en un territorio, en una comunidad… lo imagino organizando a las mujeres, a las personas mayores, ahí, en los territorios donde están las necesidades legítimamente sentidas de las personas, recuperando y revalorizando la memoria histórica, colaborando al proceso constituyente”.