Valorar la unión en la incertidumbre
En una columna reciente, el doctor de la Universidad de Massachusetts Amherst, Máster en Salud Pública de la Universidad de Harvard Gonzalo Bacigalupe, se refería a la incertidumbre del momento de ebullición social que vive Chile, las emociones que este período desencadena en cada uno y la importancia de compartirlas con aquellos en quienes confiamos. “Unidos en la incertidumbre” acotaba el académico y sus palabras encontraron sentido pese a todos los hechos negativos, que alejaron el optimismo de cualquier persona en estos días.
Sin saber qué pasaría a corto plazo, desde el 18 de octubre comenzamos a vivir el día a día de otra manera. Quebrando rutinas, nos dimos cuenta que actividades que creíamos accesorias se transformaron en gran parte de la agenda diaria. Así, caminar a casa, recorrer el barrio se volvió un panorama agradable. Hacer actividades distintas con los niños, privilegiar el entorno cercano para salir a caminar fue una instancia que muchos padres y abuelos aprovecharon.
Comprar en el barrio nos llevó a conocer a quienes viven de esta actividad, su historia, origen, sus metas y esperanzas. Valoramos su trabajo y muchos decidimos no dejar de comprarles, no sólo por aportar a su actividad económica sino porque creamos lazos que no podemos dejar pasar. Junto con ello, empatizamos con quienes perdieron su fuente laboral, negocios familiares de muchos años, valorando su esfuerzo y destacando su contribución a mantener la identidad de cada ciudad.
Volvimos a hacer de la conversación la mejor herramienta para comunicarnos y entretenernos. Y no sólo en el núcleo familiar, sino también con los amigos, compañeros de trabajo e incluso conocidos con quienes compartimos viaje en auto, locomoción colectiva o el ascensor. Si bien las redes sociales siguieron siendo canal importante, no hubo nadie que no intercambiara puntos de vista, cara a cara, buscando consensos o argumentando desde su propia perspectiva.
El núcleo familiar, en su diversidad, volvió a ser refugio. Ante un contexto adverso, llegar a casa y compartir con quienes viven en el mismo lugar ha sido sin duda la mejor terapia para mantener el optimismo y disminuir la incertidumbre. Los vínculos, los afectos dan certezas cuando se atraviesan crisis y esta es una ocasión propicia para afianzarlos. Desde la unidad básica es preciso valorar y transmitir la solidaridad, el bien común, la alegría y la tolerancia.
Tras salir de este escenario distinto, no debemos perder lo ganado. Es preciso capitalizar la vida en comunidad, la revaloración de los afectos y el contacto persona a persona. Que, de todo lo obtenido, sepamos poner énfasis en lo simple y vivir de una nueva manera transmitiendo esto también a las nuevas generaciones.