Chile está viviendo una etapa avanzada de transición al envejecimiento demográfico de su población. Esto se debe a que se produjo una modificación en la estructura de ésta , disminuyendo el aporte porcentual de los menores de 15 y aumentando el de los adultos mayores. Actualmente una de cada diez personas pertenece al grupo adulto mayor y se espera que para el año 2025 esta proporción sea de uno por cada cinco.

Una parte fundamental para considerar el envejecimiento es reflexionarlo como un evento fisiológico natural, que si bien está presente durante toda la vida se hace más intenso en las últimas décadas de esta etapa, y que se expresa en dificultades para la adaptación tanto del organismo frente al propio Yo biológico y psicológico, como frente al medio social en que se desenvuelve quien alcanza la senectud.

Uno de los desafíos más importantes en la geriatría de hoy, es poder definir qué es el envejecimiento sano, en el sentido de establecer el límite con lo patológico. En el envejecimiento biológico tienen participación factores tales como la herencia, el sexo, los estilos de vida, el ambiente, estado nutricional, los niveles de ingreso, el nivel de educación, la actividad laboral desarrollada en la época activa, las condiciones de vivienda en términos, el acompañamiento familiares, entre otros factores.

En Chile, se deben incorporar nuevas acciones sociales, derivadas específicamente de las necesidades de protección del adulto mayor con mayor énfasis en aspectos de fomento y prevención, salud, jubilación, y mantención en esta última etapa de la vida.

Es necesario intensificar la ayuda familiar cuando la dependencia es más fuerte y la situación socio-económica es de mayor pobreza. Esto no involucra solamente recursos económicos directos, que en su mayoría deberán provenir del estado por tratarse de un grupo altamente vulnerable, sino además es una demanda emergente en términos de provisión de servicios sociales, capaces de dispensar asistencia cognitiva y afectiva a los ancianos con deterioro familiar o carentes. Estas organizaciones deberían estar compuestas en su mayoría por los propios adultos mayores, y constituirse en torno a objetivos de sociabilidad, recreación, aprendizaje y auto-ayuda.