Actualmente en Chile habitan 63 especies de anfibios nativos

Científicos de la UST descubren fósil de anfibio de 12 mil años en Calama

El hallazgo se registró en la Laguna Inka Coya, también conocida como Laguna de Chiu Chiu ubicada a 36 kilómetros de Calama y a una altura de 2.400 metros sobre el nivel del mar al norte de Chile. El descubrimiento fue liderado por la Dra. Dennise Álvarez, Directora de Bachillerato en Ciencias de la UST como parte de una investigación científica realizada en el año 2016 y que dio como resultado el descubrimiento de un fósil de anuro con 12 mil años de antigüedad.

Acompañada de un grupo de investigadores y equipos de alta tecnología, la Dra. Dennise Álvarez extrajo de las profundidades de la Laguna sedimentos con restos arqueológicos. «Los resultados arrojaron que en los estratos de la muestra se encontraban muchos huesos que parecían ser partes de un ejemplar de anuro», señaló. Además mencionó que para comprobar los años del fósil, se enviaron muestras al extranjero para determinar el ADN del anuro.

Científicos de la UST descubren fósil de anuro con doce mil años de antiguedad

La investigación contó con la participación de Allison Amaya de 21 años, estudiante de la carrera de Bachillerato en Ciencias de la Universidad Santo Tomás quien es parte de los ganadores de la Cuarta Edición del Concurso de Inserción de Alumnos en Líneas de Investigación e Innovación el pasado mes de julio. Convocatoria donde participaron a nivel nacional más de 70 estudiantes y que tuvo como finalidad motivar a los alumnos de pregrado a integrar a su formación competencias propias de la actividad investigativas e innovadora, como el método científico que promueve la institución.

Por su parte, la estudiante del primer año de Bachillerato en Ciencias, quien presentó el proyecto en el 6to encuentro de Ciencia y Tecnología en Osorno, presume que el hallazgo del fósil corresponde al anfibio llamado Rhinella Spinulosa, una especie propia de las laderas y valles de los Andes de  Argentina, Bolivia, Chile y Ecuador.

“Como estudiante me gusta el área científica. En esta investigación mi objetivo es armar toda la anatomía del fósil para ver a que parte corresponde el anuro”, citó. 

Por su parte, luego de una extensa búsqueda bibliográfica la Dra. Álvarez confirmó la importancia que tienen estos hallazgos para la investigación científica de anuros en Chile, ya que existen pocos registros fósiles de estas especies en el país.

Hay evidencias de que actualmente en Chile habitan 63 especies de anfibios nativos. “En la zona norte de Chile uno puede encontrar tres familias particulares de anfibios, pero en base a estos registros y a las características morfológicas vamos a empezar a descartar a qué familia pertenece el fósil del anuro”, expresó.

Aún cuando el país no posee una extensa riqueza de especies, los anfibios han llegado formar parte del patrimonio nacional y cultural en la región. Posición que comprueba que existe un porcentaje considerable de endemismo donde más del 60% de los anfibios están exclusivamente en territorio chileno, porcentaje importante que convierte a los anuros en un tema fascinante de estudio para distintos especialistas en la región.

Los anuros

Son los comúnmente conocidos como ranas y sapos. Genéticamente pertenecen al orden taxonómico Anura y representan el grupo más extenso de la clase Amphibia, ya que se estima que existen unas 6608 especies repartidas en 54 familias en todo el mundo.

Este grupo de anfibios recibe este nombre porque poseen características morfológicas únicas, de adultos no poseen cola y dependiendo de su especie, se destacan por tener piel fina, lisa, rugosa y húmeda. Se desarrollan en dos fases, una larvaria en la que su respiración es branquial y otra pulmonar cuando alcanzan la edad adulta.

Su lengua protráctil permite que su fuente principal de alimentación sean todo tipo de insectos, gusanos, culebras, arañas y hasta individuos de su misma clase. Al igual que los seres humanos, los anfibios dependen del agua para la vida, poseen particularidades a nivel biológico y ecológico que los hace susceptibles a transformaciones en el medio ambiente, pues están ligados a la formación de vida en fuentes de agua.

Por lo tanto, constituyen un eslabón indispensable en los ecosistemas, ya que son predadores de grandes cantidades de insectos, lo que ayuda a controlar la proliferación de diversos animales en el ambiente. De esta manera, son considerados muy buenos bioindicadores de la salud ambiente, principalmente de los ambientes acuáticos.