Técnico en Podología: vocación como motor de cambio

Ingresó a estudiar Técnico en Podología Clínica en Santo Tomás Puente Alto gracias a la recomendación y consejo de una podóloga. En el primer año de carrera descubrió su vocación. Egresó y tras un año inserta en el mundo laboral, declara disfrutar “demasiado” su trabajo.

Katherine Catalán no tenía claro qué estudiar, en un minuto quiso ser estilista pero luego descubrió su interés por el cuidado de los pies.

“Investigué y con sólo ver el antes y el después de cada paciente, me gustó. Vi cambios que para los profesionales son pequeños, pero para el paciente inmensos y ahí me gustó mucho más”, recuerda.

Estudiar Técnico en Podología Clínica en Santo Tomás

Fue una podóloga, compañera de trabajo de su papá, la que ayudó a Katherine en su decisión. “Me orientó, me entregó material de estudio para ver el cambio que podía lograr en los pacientes y me contó que ella había estudiado en Santo Tomás, que era una institución reconocida y finalmente me dijo ‘estás puro leseando, te gusta, hazlo’ y aquí estoy”, cuenta entre risas.

Su paso por Santo Tomás estuvo marcado por las actividades de extensión y vinculación con el medio, las que ayudaron a fortalecer no sólo sus conocimientos, sino también su vocación.

“De primera le hacía el quite a las actividades, por el tiempo que requerían, pero después me gustó demasiado. Fui a hogares de ancianos, a terreno en comunas y participé de la Patatón. Al principio me demoraba una hora en atender un paciente, pero con práctica fui mejorando”, recuerda.

Katherine aprovechó estas actividades en terreno para “adquirir más habilidades, destrezas y descubrir pacientes con diversas patologías, porque al trabajar en una clínica, los pacientes tienen pies sanos, pero al ir a terreno te encuentras con gente que no tiene recursos y se aguanta el dolor”.

Los docentes también dejaron huella; la apoyaron y “sin ánimo de tirarle flores”, siente que fueron ejemplares.

“Se daban el tiempo de explicarnos, hasta que entendiéramos y ese tipo de profesores no los he visto en muchos lugares, que se den el tiempo y se preocupen del alumno”, destaca.

Un Técnico en Podología Clínica en acción

Al finalizar su proceso de formación, Katherine realizó la práctica profesional en el Cesfam Pablo de Rokha, el mismo donde se realizan las prácticas curriculares de la carrera. Luego se tituló e inició su búsqueda de trabajo, la que no estuvo exenta de decepciones, y así llegó nuevamente a La Pintana.

“Busqué por muchos lados… Fui a clínicas, a departamentos de salud, a municipalidades, me moví por todos lados y siempre me pedían un año de experiencia. Hasta que vine a entrevistarme acá, donde se me abrieron muchas oportunidades”, recuerda.

Katherine forma parte del Programa de atención al postrado de La Pintana, un equipo comunal multidisciplinario que “le presta ayuda a cada Cesfam de la comuna”. Realiza visitas domiciliarias junto a enfermeras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales y otros profesionales, con quienes ha podido nutrir sus conocimientos y entregar una mejor atención a sus pacientes.

“Hay muchas habilidades blandas que he aprendido y puesto en práctica, he aprendido de mis compañeros y me he ido fortaleciendo. La enfermera evalúa heridas y pie diabético y luego ingreso yo, vemos casos en conjunto y me quedo tranquila porque nos complementamos”.

Vocación: vital sentimiento en la vida de un Técnico en Podología

La inserción de Katherine al programa de visitas domiciliarias ha beneficiado a alrededor de 60 pacientes cada mes, a quienes realiza diagnóstico, atención y derivación, en caso de ser requerido.

Para cada paciente se designan 20 minutos de atención, por lo que “hay que sacarle el jugo a ese tiempo y lo hago brindando la atención y entregando consejería, ya que un tratamiento exitoso necesita compromiso, del profesional y del paciente”.

A pesar de la rutina y la presión del tiempo, Katherine declara disfrutar su trabajo “no me cansa”, dice y sus ojos se iluminan. Su vocación es tremenda.

“Me gusta lo que hago, no me cansa. Hay trabajos que agotan, pero acá al ver los cambios en los pies y la vida del paciente, me da energía y me dan ganas de buscar otra persona en las mismas condiciones (…) Yo recomiendo la carrera, uno nunca termina de aprender, pero es necesario tener vocación, paciencia y humildad para que funcione”.

El pasado, Katherine lo recuerda con cariño y alegría. Esos recuerdos le permiten soñar y pensar que el cambio es posible y que ella es parte de él.

“Siento que con las herramientas que adquirí, uno puede hacer el cambio, explicándole al paciente la necesidad y cuidado de sus pies, las precauciones que debe tener si tiene pie diabético. Aquí he logrado grandes cambios, pacientes que iban cada seis meses a control, hoy se pelean los cupos”.

Consciente de que el cambio es posible, Katherine sueña con su propia clínica podológica, donde el foco de cada atención sea el paciente.

“Me gustaría implementar una gran clínica podológica –cuenta con una sonrisa en su cara- donde se vea el cambio que un Técnico en Podología Clínica puede lograr y donde destaque el buen trato hacia el paciente. Ese cambio es posible pero hay que tener la vocación para lograrlo. Me encantaría ver ese cambio, yo sé que se puede y por eso trabajo día a día” enfatiza.