El título de esta columna podría hacerles pensar que se tratará de tendencias en vestuario o de la belleza vegetal de nuestra región; sin embargo, quiero detenerme en la potente corriente social que busca ser más responsable con nuestro planeta y la ecología.

No es una casualidad que el Papa Francisco haya escrito su segunda encíclica sobre esta materia, que diplomáticamente ha llamado “Laudato Sí”, sobre el cuidado de la casa común.

En este documento hace una fuerte crítica al antropocentrismo moderno e instala el concepto de ecología integral, como paradigma capaz de articular las relaciones fundamentales de las personas.

Desde una perspectiva más terrenal, en un reciente viaje a Estados Unidos me llamó la atención cómo las regulaciones y la sociedad han internalizado una conciencia por el cuidado del entorno, lo que se refleja en las conductas cotidianas que no se observaban hace una década atrás. El uso de automóviles electricos, así como una gran red de puntos de carga para sus baterias, la energía solar como fuente de suministro de la iluminación hogareña, el reciclaje de desechos, el celoso cuidado del agua potable y otras tantas acciones arraigadas, que vale la pena indicar que estamos frente a una gran brecha social en materia de cultura ecológica.

La opinión pública también parece haber cambiado. Hoy la gente insta a las empresas a que hagan cambios, presionando a que reduzcan el impacto negativo de sus operaciones.

Desde la perspectiva de las empresas el eje también se ha movido, pues son muchas las compañías en el mundo que han dejado de tener una visión estática –sólo costos- en relación a la reglamentación ambiental, abrazándola como una oportunidad para el desarrollo de innovaciones y disminuciones de costos que apuntan al corazón de su competitividad. Muchos inversionistas están convencidos de que las prácticas sostenibles son más rentables a largo plazo.

A nivel local hay mucho que hacer en esta materia. El tema parece caprichoso y no está presente en ninguno de los discursos políticos ni en la agenda reformista del Gobierno o de quienes quieren asumirlo. La idea no es avanzar en un proteccionismo exagerado que limite las posibilidades de desarrollo, bastaría con mejorar las regulaciones.

Poor el momento sólo me queda felicitar a los municipios que han prohibido el uso de bolsas plásticas en el comercio, esta medida puede ser un buen inicio.