El real sentido de la navidad

La llegada de diciembre, está claramente marcada en el calendario de nuestra conciencia por la Navidad;  para la gran mayoría de la gente diciembre es navidad.

No obstante eso, hay que asumir que  los tiempos han cambiado, y las percepciones de las personas también.  Así es como se advierte una creciente indiferencia hacia la navidad, en tanto  fiesta religiosa o de significado espiritual.

Esto se nota, por ejemplo, en que cada vez más tarde se empieza a sentir el ambiente navideño.  En Tiempos pasados ya en noviembre se comenzaba a generar un ambiente especial, se adornaba la casa, las radios transmitían música con contenidos navideños, las grandes tiendas competían por ver quienes tuvieran el mejor arreglo navideño.

Hoy en día, a una semana de la navidad, salvo en el comercio, poco se advierte el entusiasmo por celebrar la fecha. Hasta el tradicional viejo pascuero tiende quedar relegado a los pasillos de los centros comerciales, a la publicidad y a la oferta comercial del día. Ni que hablar de los pesebres…especie en clara y dramática extinción, ayudada ésta por los paladines del mal entendido laicismo.

Antes la gente se ponía más feliz esperando navidad, ahora se pone cada vez más tensa pensando en las compras, las cuotas de la tarjeta de crédito,  el viaje de vacaciones, el menú de la cena,  el cambio del  Smartphone por el más moderno, etc.

Nos preguntamos entonces ¿qué es la navidad para los chilenos hoy?

¿Un pretexto para darse un gusto y comprar lo que deseamos durante todo el año?

¿Un compromiso social en que hay que gastar dinero para hacer regalos?

¿Una oportunidad para descansar y tomar vacaciones?

¿Otro buen  pretexto para la fiesta y el pasarlo bien?

Seguramente este tipo de respuestas abundarían si se hiciera una encuesta al respecto.

Pareciera entonces que pocos saben o recuerdan cuál es el verdadero motivo de la  navidad.

Navidad es un término de origen latino que significa nacimiento. Pocos se acuerdan que con esta fiesta el mundo cristiano, celebra el nacimiento de Jesus, quien vino al mundo por obra del gran amor de Dios hacia la humanidad, por lo cual  nos envió el mejor regalo que  podía entregar: su propio hijo, que nació entre los hombre como uno más de ellos, el más humilde entre los humilde, para mostrarnos que solo el amor es capaz de redimir a la humanidad, que solo la entrega desinteresada es capaz de cambiar los corazones de los hombres y generar un mundo mejor, un mundo acorde a la dignidad del ser humano.

La navidad entonces es Jesús; sin su presencia, no podría existir,  sería algo carente de contenido,  como un vistoso paquete de regalo, forrado de hermosos papeles y cintas de colores, pero vacío por dentro.

Su  nacimiento en un modesto  pesebre,  en una aldea perdida del medio oriente, ese que hoy es asolado por la violencia brutal de quienes no entendieron su mensaje,  es nuestro gran regalo y la esencia misma de la navidad,

Por eso la mejor forma de celebrar no es comprando costosos regalos, ni organizando parafernálicas cenas o fiestas.  El mejor regalo que podemos darnos a nosotros mismos,  es permitir que Jesus nazca en nuestros corazones y nos llene de su amor; ese amor que también constituye el mejor regalo  que podemos ofrecer a nuestros semejantes.

Honremos en sentido de la Navidad celebrando sin  endeudamiento, sin ostentación, sin excesos. Regalemos cariño, perdón, compasión; que el único interés del que hablemos no sea el de la cuota de la tarjeta de  crédito sino el que damos a las personas que nos rodean; pongamos en el centro de esta festividad ese amor que Jesus nos enseñó,  desde el mismo momento en que se hizo carne entre nosotros por el infinito amor de Dios a su pueblo. Sólo así tendrá sentido celebrar  una nueva  Navidad.