Proyecto de Ley para crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología: El trabajo recién comienza

El día de ayer lunes 16 de enero, en el salón Montt-Varas del Palacio de la Moneda, S.E. Michelle Bachelet firmó el anticipado proyecto de ley para crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología.  El ambiente entre los asistentes al evento era de alegría y emoción al ver que el trabajo de tantos años había dado frutos. Entre ellos el grupo de jóvenes científicos fundadores del movimiento ciudadano Más Ciencia Para Chile era el más entusiasta, y no es para menos, pues uno de los pilares de su organización era el lograr que se formara el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt). Sin embargo su trabajo recién comienza.

El camino de un proyecto de ley para ser aprobado es largo y a veces tortuoso. El proyecto debe ingresar al congreso y ser aprobado por dos comisiones distintas, la cámara de diputados y el senado para ser promulgado. Si se proponen muchos cambios o hay diferencias sustantivas entre las distintas instancias puede ser necesario pasar por comisión mixta o devolver el proyecto varias veces a las comisiones para su modificación. Si a eso sumamos que el detalle del proyecto se mantuvo en estricta reserva para evitar especulaciones, la cantidad de actores que estarán interesados en participar en la discusión parlamentaria aumenta considerablemente, y con ello los tiempos de discusión. Si se piensa en tener un Mincyt el 2018, la ley debe promulgarse antes de Septiembre para que se considere en la discusión del proyecto de ley de presupuesto 2018. Así es claro que aún queda mucho por hacer si deseamos tener un Mincyt el año 2018.

Otro aspecto que no todos tienen claro es que la ley del Mincyt no contiene políticas para la ciencia, sino que pretende dar una estructura estatal más completa que se encargue de formular y gestionar las políticas.

En la presentación del proyecto de ley la Presidenta mencionó algunas de sus partes, como la Agencia de Investigación y Desarrollo que reemplazará a CONICYT, y un Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación para el Desarrollo, que probablemente tome el rol que ahora cumple el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID). Este último es un organismo que en estricto rigor no existe dentro del organigrama gubernamental y que puede desaparecer sin mayores trámites ya que no hay una ley que defina su estructura y función. Las definiciones de mediano y largo plazo que probablemente quedarán a cargo de este consejo son una condición necesaria para un real desarrollo científico y tecnológico, por lo que su rol y permanencia será de vital importancia en la generación de políticas públicas para la ciencia.

Está por verse cómo se resolverán los múltiples y graves problemas administrativos que arrastra CONICYT y que han generado una serie de tomas y protestas no solo por parte de los investigadores -que son los usuarios del sistema- sino que también por parte de sus funcionarios, la mayoría de los cuales reciben remuneraciones a honorarios.

Mientras el nuevo ministerio no entre en funciones es muy probable que los problemas de gestión sigan agravándose.

Así queda claro que la misión que  Más Ciencia Para Chile se fijó en el año 2010 tiene mucho camino por delante, pero también se han sumado muchos más investigadores a la causa, reconociendo que la ciencia y el conocimiento no pueden estar aislados de la sociedad. Una dificultad adicional que deberemos afrontar es lograr que el próximo presidente de la nación tenga claro por qué este ministerio es tan importante para el desarrollo del país.