La ciencia oceánica está en los medios. National Geographic resaltó los esfuerzos de conservación en Chile: casi un tercio de sus mares hoy están protegidos, dice su portada. También fue resaltado en la conferencia “Nuestros Océanos”, en Malta, donde líderes políticos aplaudieron el liderazgo de Chile en la protección de sus ecosistemas marinos.

En paralelo, en todo Chile, esta semana celebramos “La fiesta de la ciencia”, convocada por el Programa EXPLORA de CONICYT, que promueve la divulgación y valoración de la ciencia en los niños y la comunidad. El tema también ha sido el Océano y EXPLORA invitó a toda la comunidad a “sumergirse en la maravilla de los océanos”.

Para los científicos que nos preocupa la salud y conservación del océano, estos eventos son motivantes: está en la agenda de la comunidad y política. Sin embargo, todo era un espejismo: acabamos de conocer que el presupuesto de FONDECYT se redujo en un 30%, lo cual significa que iniciativas de investigación asociadas a conservación del océano tendrán limitaciones. Significa también que la divulgación de la ciencia y su valoración es cada vez menos importante para los gobiernos.

Mientras no exista una voluntad férrea, el océano y la ciencia sólo serán parte del listado de chequeo que hacen los gobiernos cuando el barómetro ciudadano se los sugiere o exige.

Un Ministerio de la Ciencia, sin financiamiento, podría ser el próximo check en la agenda política científica de Chile, en lugar de ser la oportunidad para que la ciencia tome el liderazgo en un país que dice estar saliendo del sub-desarrollo.