Un líder es un constructo mental que aporta un significado en la mente de los seguidores y que resulta de la combinación de varios factores, entre ellos la capacidad de tomar decisiones y generar entornos de trabajo sanos y productivos. En este contexto, la tarea del líder es acompañar a las personas en los procesos de cambio deliberado y previsto. La razón es que el significado del cambio suele ser diferente para las personas y para la organización. Si para estas últimas el cambio es un imperativo para la capacidad competitiva, para las personas es angustia, miedo, inquietud e incomodidad.

Cuando las personas pasan por episodios de este tipo suelen anular su capacidad de tomar decisiones correctas e incluso afectar su inteligencia emocional. Por eso es muy importante el rol del líder. Este último debe influir y motivar a las personas para mantener la persistencia y la perseverancia para alcanzar sus metas y propósitos.

Un líder que no posea la capacidad de leer e interpretar el estado emocional de las personas no puede cumplir con su rol. Hace unos días vimos un ejemplo interesante de las carencias del líder y sus efectos.

Veamos el caso del futbolista Mauricio Pinilla, del Club Universidad de Chile. Como se sabe, este jugador tomó una decisión que lamentablemente lo lleva a una situación no deseada. Difícil saber la causa original que lo llevó a tal escenario, no obstante, sí se puede afirmar que su capacidad de tomar decisiones se ve afectada por una condición emocional no controlada. Se supone que las personas son racionales a la hora de tomar decisiones, pero en esto hay un factor interviniente que es determinante: las emociones.

Ahora, sabemos que las personas pueden activar sus emociones en base a tres factores: personas, situaciones o cosas.

Cabe preguntarse ¿Qué originó esa respuesta emocional del futbolista?  ¿Acaso no fue su supervisor directo? ¿Bajo qué circunstancias fue presionado? En el fondo, la situación decantó en lo que todos sabemos, porque el líder del equipo no fue capaz de visualizar o leer el estado emocional del futbolista. La carencia de esta capacidad impide que se pueda detectar la situación a tiempo y se pueda resolver el conflicto antes.

La sintonía emocional con las personas es una tarea del líder para generar resonancia, lo que es señal de estar en presencia de un clima productivo y sano de trabajo.

La destrucción de los recursos humanos es una tarea fácil para quien no tiene los conocimientos y la capacidad para movilizar estos recursos.

Los líderes son personas y como tal tienen debilidades y carencias, pero, no obstante, no pueden carecer de inteligencia emocional: de empatía, autoconciencia de sí mismo, conocimiento de sus carencias, de capacidad para interactuar con otros generando entornos sanos y productivos de trabajo, además de, por supuesto, la motivación para llevar adelante los propósitos organizacionales a través de los propósitos individuales.

En el caso en cuestión es evidente que quienes debieron manejar los hechos no lo hicieron de manera correcta, dejaron que la contaminación emocional generada por sus propios intereses personales puestos por sobre la organización, e incluso por sobre sus propios roles en la empresa, afectara su capacidad de liderar y, por ende, el espiral que ha alcanzado el conflicto los llevará no solo a afectar a las dos partes que lo iniciaron, sino que tarde o temprano afectará al conjunto total. El daño a la organización y sus objetivos se apreciará, sin duda alguna, más adelante como una consecuencia de los defectos del líder.