En el siguiente caso, también tratado en su libro de ficción El gran divorcio, encontramos el reflejo del egoísmo puro negando al amor verdadero:

“Existes como madre de Michael solamente, porque  en primer lugar  existes como criatura de Dios y esta relación es más vieja y más íntima. ¡No, escúchame, Pam ! Él también ama. Él también ha sufrido. Él también ha esperado largo tiempo.

–           Si me ama, tiene que dejar que vea a mi hijo. Si me hubiera amado, ¿por qué me arrebató a mi hijo? No iba a decir nada de eso, pero es bien difícil perdonar, lo sabes.

–           Pero tenía que llevarse a Michael. En parte por el bien de Michael…

–           Estoy segura de que hice todo lo posible para la felicidad de Michael. Le entregué la vida…

–           Los seres humanos, no pueden hacerse felices mutuamente mucho tiempo y, en segundo lugar, por tu propio bien. Quería que tu amor, meramente instintivo por tu hijo (compartes eso con las tigresas, lo sabes) se trasformara en algo mejor. Quería que amaras a Michael tal como él entiende el amor. No puedes amar completamente a otra criatura si no amas a Dios. Algunas veces este tipo de conversación se puede dar cuando aún dispones del amor instintivo, pero en tu caso, al parecer, no hay posibilidades. El instinto era descontrolado, orgulloso, monomaníaco. (Pregunta a tu hija, o a tu marido. Pregúntaselo a tu propia madre. Ni una vez has pensado en ella) El único remedio era arrebatar el objeto. Era un caso de cirugía. Cuando esa primera especie de amor te quedó coartada, entonces hubo la posibilidad de que la soledad, el silencio, sirvieran para que allí surgiera algo distinto.

–           Todo esto es una locura, un sinsentido cruel, torcido. ¿Qué derecho tienes para decir cosas del amor maternal? Se trata del sentimiento más alto y sagrado de la naturaleza humana.

–           Pam, Pam…, los sentimientos humanos no son altos o bajos, sagrados o profanos por sí mismos. Todos son sagrados cuando las manos de Dios llevan las riendas. Todos se pervierten cuando se afirman en sí mismos y se convierten en dioses falsos.” (1)

La primera frase del diálogo es un llamado a que Pam reconozca que, siendo madre, es primero criatura de Dios. Ya vimos en nuestros análisis anteriores que esta realidad es fuente de toda verdad. Sobre todo de la verdad del Amor.

La segunda idea ya demuestra el equívoco de ese amor, puesto que se infiere que piensa que su hijo estaba mejor con ella que con Dios. Mi “amor natural” hacia él es superior al “amor divino” que se lo llevó.

“El único remedio era arrebatar el objeto”, es decir, hacer que el hijo de esta madre muriese. Aquí entra el sufrimiento que debiera abrir los ojos a esa maternidad equivocada. Ésta estaba distorsionada y  realmente  hacia infeliz al hijo que la recibía. “Único remedio”, suena muy fuerte, pero así parece que es el amor divino cuando  ejerce su voluntad.

Otra frase que resume perfectamente las ideas aquí vertidas, es el “sentimiento más alto y sagrado de la naturaleza humana”, pero la naturaleza humana no es dueña de sí misma; por lo tanto, hay algo más sagrado e importante: son las riendas de Dios las que deben dirigir. Todo lo demás al respecto, es falso.

El ejemplo es elocuente y explicita las ideas que hemos analizado, aclarándolas y evidenciado su consistencia y realidad.

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(1) LEWIS, C.S. El gran divorcio. Andrés Bello, Santiago de Chile. 1994. pp. 86-87.