La inclusión: un proceso dilemático, complejo y sin final

Hoy en día desde un plano político, económico, cultural y educativo, entre otros, se incorpora el concepto de inclusión tanto en los documentos formales como también en los discursos de distintas personas y profesionales.

Muchos podrían pensar que la inclusión está siendo utilizada como un lema o slogan, cuyo fin es sensibilizar a la audiencia sobre diversos temas que se consideran éticamente adecuados. En la dimensión educativa, la inclusión es considerada como un proceso dilemático, complejo y sin final, que permite abordar y responder a la diversidad humana y analizar de forma sistemática las culturas, políticas y prácticas educativas para identificar,  eliminar y/o minimizar, a través de iniciativas sostenidas de mejora e innovación, las barreras de distinto tipo que limitan  la presencia, el aprendizaje y la participación todos/as los estudiantes en su trayectoria escolar.

La inclusión es dilemática, debido a que este proceso debe asegurar la educación de todos los estudiantes “comunes” y “diversos”, y asimismo, lograr aprendizajes de calidad para cada uno de ellos. Establecer este equilibrio supone tomar acuerdos en comunidad y una escuela, por lógica, presenta un conjunto de valores y creencias muy diversas.

La inclusión es compleja porque requiere de diversos apoyos especializados para llevarla a cabo; el profesor de aula por sí sólo no podrá dar respuesta a todas las necesidades educativas individuales y especiales de sus estudiantes. Se requiere de un trabajo colaborativo, un equipo de apoyo y recursos didácticos pertinentes.

La inclusión es un proceso sin final ya que no existe un certificado que asegure que una institución sea inclusiva. Las escuelas podrán declarar un sello inclusivo, pero esto significa asumir un proceso sistemático y sostenido de mejoras para eliminar las barreras que vayan surgiendo en la trayectoria escolar de sus alumnos. Lo anterior se debe a que la comunidad educativa es muy dinámica y cambiante.

Por último, señalar que el nivel de presencia y participación ya no es foco: es una realidad. En lo que debemos poner atención es a la construcción de aprendizajes de calidad y para la vida de los estudiantes. La inclusión, en esencia, es el reconocimiento y valoración de la diversidad humana.