Intervencionismo electoral Ruso: tan lejos, tan cerca

Para los chilenos Rusia es un país misterioso y lejano al otro lado del mundo, famoso por su vodka, el caviar, y su pasado comunista en la era soviética; que este año 2018 estará en la palestra informativa pues será sede del Mundial de Fútbol sin la presencia de Chile.

En América Latina – en el contexto de la Guerra Fría – los rusos hicieron sentir su poder a través de los distintos partidos comunistas a lo largo y ancho de todo el continente. Bastaba que desde Moscú se diera una orden para que se obedeciera de inmediato, a ojos cerrados, sin siquiera cuestionar el mandato. El asesinato de Trotsky en México o bien la falta de apoyo a la revolución del Che Guevara en Bolivia son clara muestra de ello.

Si bien hoy en día Rusia dejó atrás el comunismo, aún persisten algunas prácticas dignas de una película de espías. Sin ir más lejos, la reciente polémica y acusaciones de intervención electoral en las presidenciales estadounidenses aún no ha dicho su última palabra. El FBI y las autoridades norteamericanas siguen investigando el asunto, lo que podría complicar aún más la ya enredada presidencia del Donald Trump.

Mismas acusaciones de intervención que se hicieron en las pasadas elecciones catalanas, según dio cuenta una experta del Real Instituto Elcano, como represaría contra la Unión Europea en su conjunto por su papel en el conflicto con Ucrania.

El uso activo de las redes sociales y claras políticas de desinformación dirigidas desde el Kremlim, han dado sus frutos para los intereses que se buscan defender: desestabilizar, desafiar, molestar.

En nuestro continente, como una manera de profundizar su área de influencia en el ámbito hispanoamericano, fue creado hace unos años el canal de televisión Rusia Today (RT) que basta mirarlo unos cinco minutos para percibir que su finalidad es claramente propagandista.

Para analistas y académicos la Rusia actual constituye un régimen híbrido. En apariencia y estructura una democracia con todas las de la ley: elecciones regulares, partidos políticos, voto libre, etc., pero en el fondo nada ha cambiado mucho desde los tiempos de Stalin.

El apoyo que suscita Putin, cercano al 80%, sería la envidia de cualquier mandatario Occidental y hay que entenderlo desde la óptica de la construcción de un imaginario de una Rusia poderosa que recuerda los tiempos de la Unión Soviética.

De momento, parece ser que Chile no es objeto de interés para los rusos, como sí lo es Venezuela, por ejemplo, y es de esperar que se mantenga así. Ello nos obliga a cuidar nuestra democracia, con todos los defectos y críticas que le podamos hacer, así como tomar las medidas necesarias para protegernos de dichos ataques de desinformación sistemática.