Los días fríos y lluviosos nos invitan a consumir alimentos más calóricos bajo la idea que nos ayuden a mantener la temperatura corporal. Y si bien esta forma de pensar tiene más de mito que de realidad, hay ciertas preparaciones que nos permiten “entrar en calor”.

Es el caso de las sopas y cremas, ya que los líquidos, sobre todo los calientes, disminuyen el apetito y dan sensación de saciedad.

Esto sucede porque el espacio que el líquido ocupa espacio en el estómago, disminuye la capacidad gástrica, por eso la recomendación es tomar sopa antes del plato principal. Así bajaremos la cantidad de calorías que se consumen y de por lo mismo, se evita el clásico aumento de peso durante este tiempo.

Consumir sopas durante el invierno permite además mantener un buen nivel de hidratación, ya que a causa del frío, tomar agua se hace mucho menos frecuente pues disminuye la sensación de sed, se suda menos, y se corre el riesgo de no reponer el líquido necesario para un adecuado funcionamiento del organismo.

Una recomendación que es incorporar en las preparaciones verduras como pimientos, berenjenas o zapallos italianos que aportan sabor, color y nutrientes a las recetas. En caso de preparar cremas, la sugerencia es usar leche descremada o crema con bajo contenido de grasa que permita espesar la preparación sin hacerla pesada.