Cambio en el sistema de pensiones ¿hasta dónde?

El clamor de la gente se ha hecho presente en las calles de  distintas ciudades para poner en agenda, esta vez, el tema de las pensiones. La queja se centra en los montos que derivan del sistema de capitalización individual instaurado en la década del 80, época en la que hace su estreno la subsidiaridad y, por ende, el mundo privado asociado a la protección social.

Visto en el contexto de la ineludible realidad, la situación impacta. Impacta dado que los recursos promedio son lejanos a las expectativas que tienen las personas que aspiran a algo más que a satisfacer las necesidades básicas de aquella etapa tardía del ciclo de vital.

La gente reclama la abolición de las AFP, e incluso, el regreso al sistema de reparto. Vítores a favor de un cambio radical que surge desde diversos sectores unidos por una causa de la cual nadie es indiferente. Otros, más técnicos en el análisis, llaman a la prudencia y a la consideración de aspectos económicos y demográficos, apelando modificaciones menos radicales del sistema.

Nada le hace tan mal a la legitimación de un reclamo ciudadano como la exigencia, a partir de la mala información o el desconocimiento.

De cada 10 chilenos que cotizan en una AFP, ¿cuántos recuerdan por cuál multifondo optaron? ¿Cuántos comprenden las modalidades de pensiones a las que podrán optar?

El rol formativo que, en estas materias, les cabe a todos quienes tienen la posibilidad de acceder a grupos de personas llanas de interiorizarse (a nivel educacional, comunitario o a través de los medios de comunicación masivos) resulta esencial para la comprensión del fenómeno y la generación de expectativas de soluciones realistas y menos populistas.

Al  observar las estructura del actual sistema de pensiones en el contexto del modelo económico del país, la realidad productiva y reproductiva que dan origen a las pirámides demográficas de los próximos 40 años, se visualiza un país que envejece a ritmo acelerado, llegando a afirmar según cifras del INE, que para 2050 existirán en Chile 170 adultos mayores por cada 100 niños. Gran desafío.

Se requiere voluntad política, apertura del mundo privado, una visión de estado más que de gobierno de turno para dar solución a aspectos tan sensibles como lo es la calidad de vida de los adultos mayores, pero por sobre todo, se requiere la disposición de una población informada y con manejo de los aspectos esenciales acerca del funcionamiento del sistema. Eso se logra con información de amplia cobertura, clara, con pocos tecnicismos, con ejemplos reales aplicados a la realidad cotidiana de las personas y que se entregue de forma sistemática.

No hay mejor aliado en el apoyo a las propuestas de cambios racionales, sostenibles y sustentables en el tiempo que una ciudadanía que sabe distinguir la línea de lo utópico versus lo posible.