Para la mayoría de las personas la llegada de septiembre es sinónimo de primavera, y de alegría, pero para algunos es una época complicada. Niños y adultos con el inicio de esta estación comienzan a sufrir molestias a causa de la alergia que los afecta especialmente en las vías respiratorias y ojos.

Las alergias se presentan en época de primavera especialmente por el aumento de la temperatura ambiental y presencia de viento que favorecen  la polinización de especies como el plátano oriental, el alerce y el álamo. Como también los pólenes de especies que crecen a ras de suelo, como pastos y malezas, situación que aumenta sintomatología como rinitis, conjuntivitis, picazón de nariz y ojos, enrojecimiento ocular, lagrimeo, secreción nasal, estornudo, congestión e incluso crisis de asma con dificultad respiratoria y silbidos en el pecho.

«Las alergias son reacciones del sistema inmunológico a elementos externos al cuerpo humano que generalmente se consideran inofensivos. En personas con susceptibilidad genética a tener alergias, el cuerpo se sensibiliza a reaccionar en presencia de sustancias tan diversas como pólenes de árboles y alimentos», explica el Dr. Arturo Borzutzky, inmunólogo pediátrico UC experto en alergias.

“La prevalencia de alergias varía en cada país. Estudios realizados por la División de Pediatría UC mostraron que en el año 2000 la prevalencia de síntomas de rinitis alérgica superaba el 35% en escolares chilenos. Se observó además que esa cifra iba en aumento comparado con estudios previos», recalca el especialista.

Desde hace un tiempo se ha producido un aumento en el número de personas que sufren esta enfermedad. Las cifras indican que hasta un 20 % de los niños de los países occidentales padecen asma y entre un 15% y un 23% tienen alergia al polen, polvo o pelo de animales. En términos generales, cerca de un 7% de la población mundial sufren de alergia en primavera, que es básicamente una alergia al polen de los pastos, árboles, hierbas y malezas.

Comúnmente la alergia aparece en la infancia muy temprano, aunque también hay excepciones. Los antecedentes familiares son determinantes a la hora de padecer esta enfermedad. Por ejemplo si un niño tiene un padre con alergia presenta un 40% de probabilidades de ser alérgico. Si ambos padres presentan alergias distintas, su probabilidad aumenta al 60 % y si ambos padres tienen la misma alergia, la posibilidad se eleva al 80%.

Respecto de la severidad, las alergias se clasifican en leves, moderadas y severas, y  los tratamientos son diferentes  en cada situación. La severidad se mide, entre otros, por la afectación de la calidad de vida, alteraciones del sueño y de las actividades diarias, concentración, ausentismo escolar o laboral, se afecta el rendimiento en ellas por los síntomas de estas enfermedades.

Aunque las alergias es difícil de prevenir por el componente hereditario y ambiental, es posible considerar una alimentación saludable.

Una dieta rica en antioxidantes y omega-3 sería muy positiva para este fin. Hay estudios que apuntaban a la relación entre la alimentación y las alergias.