En este Día Internacional de las Mujeres trabajadoras es clave abordar los sesgos inconscientes o invisibles que operan en la realidad laboral y social del país, especialmente en industrias masculinizadas como la minera, la construcción o el trasporte, de manera de modificarlos para pasar del discurso de la igualdad de género a la aplicación práctica de este principio valórico.

Los sesgos de género están asociados a estereotipos, como imágenes simplificadas, que generalizan y/o exageran atributos o características que podrían haber estado presentes en mujeres (e incluso en hombres), pero también podrían no estarlo. El estudio Fondef “Modelo de gestión para la inclusión sustentable de mujeres en industrias masculinizadas” propone como pieza clave realizar procesos de sensibilización y formación para romper los prejuicios que existen en el mundo del trabajo hacia las mujeres y hombres, que contribuyan a dejar de ver a las mujeres desde concepciones tradicionales como una trabajadora más sensible, sumisa, débil, maternal o seductora, o bien promoviendo el ingreso de las mujeres en oficios o cargos no tradicionales.

Para romper los sesgos invisibles se requiere hacerlos visibles. Lo inconsciente para ser reconocido se debe hacer consciente, realizando diagnósticos fieles que recojan los ámbitos donde se expresa la desigualdad de género en el trabajo. Compartimos con el nuevo informe de ONU Mujeres las revelaciones acerca de las brechas para el empoderamiento de las mujeres, como la salarial, su baja participación en directorios de empresas o la baja conciliación familia y trabajo.

Fundamental es la promoción de una cultura de la no discriminación que implica hacernos cargos de los sesgos que obstaculizan oportunidades para las mujeres, en mayor proporción que los hombres, en reclutamiento, promoción o ascenso.