Laboratorista Dental: un trabajo que va más allá de la estética

Desde tiempos remotos, el hombre ha necesitado restaurar sus piezas dentales. En un comienzo fue por funcionalidad, ya que la alimentación era la necesidad más importante de satisfacer. Con el tiempo, se le agregó la estética. Es decir, ya no bastaba reemplazar piezas dentales con otras humanas o de animales, ni talladas en madera o marfil, sino piezas dentales que fueran más parecidas a las naturales ausentes. Fue así como se dio inicio a la búsqueda de distintos materiales que otorgaran mejores resultados estéticos.

El laboratorista dental aparece en nuestro medio odontológico nacional en los inicios del siglo XX como un aprendiz dental muy subordinado al dentista. Sin embargo, con el correr de los años, comienza a desarrollar una creciente autonomía y perfeccionamiento, alcanzando la denominación de mecánico dental. Este termino se mantuvo hasta 1955, momento en que adopta su actual nombre: laboratorista dental.

Actualmente, la estética es la que predomina por sobre la funcionalidad, especialmente si consideramos que, aparentemente, este ya es un tema resuelto debido a los altos estándares alcanzados desde hace algún tiempo. En ese sentido, lo que los pacientes exigen para obtener la dentadura ideal es que la copia  debe ser muy cercana a la pieza dentaria natural.

Nuestra hermosa profesión -mezcla de arte, ciencia y tecnología-, está marcada por estos conceptos. Hoy, podemos dar el máximo de naturalidad a nuestros trabajos logrando “engañar” al ojo humano, reproduciendo magistralmente y casi de manera artística, las características individuales de la dentadura de cada paciente.

La ciencia nos brinda la capacidad de entender y proyectar nuestro trabajo como parte de un tratamiento. Asimismo, la tecnología nos otorga herramientas y técnicas con las cuales podemos obtener la capacidad de hacer realidad estos aparatos protéticos, que el equipo de salud oral imaginaron y diseñaron para el paciente. Lo que se traduce en más funcionalidad, mejor rehabilitación y una preservación de los tejidos remanentes.