En tiempos en que la salud del océano comienza a ser un tema recurrente de la agenda ambiental, resulta preocupante la iniciativa de la fundación canadiense Oceaneos: arrojar 10 toneladas de hierro frente a la costa de Coquimbo, con la expectativa de fertilizar el océano, estimular la producción de fitoplancton y de los peces. Una visión simplista que ha sido criticada por científicos nacionales e internacionales quienes han debatido acerca del historial ético de la fundación, si tiene objetivos de lucro, la ausencia de una base científica, y aspectos semánticos sobre si corresponde a una siembra, restauración del océano o un experimento de geoingeniería. Un tema que ha sido omitido es la pertinencia de realizar este experimento en el ecosistema marino más productivo del planeta.

El argumento de Oceaneos omite referencias a la sobre-explotación, pesca ilegal y/o contaminación sobre la productividad de peces. Reconocer el colapso de una pesquería fue el primer paso para que Chile avanzara hacia una gobernanza enfocada en restaurar la abundancia de los recursos marinos. Generar conocimiento científico sobre la resiliencia de estos recursos, desarrollar experimentos a escalas relevantes que evidenciaran su capacidad de recuperación y suspender la pesca en forma voluntaria fueron pasos adicionales. Todas estas transformaciones permiten que hoy exista un innovador sistema de uso de recursos costeros basado en el manejo colectivo que, con los ajustes necesarios, ha mejorado la sostenibilidad de un complejo sistema socio-ecológico.

Resolver si estas transformaciones son adecuadas para restaurar los stocks de peces pelágicos requiere más estudios. Pero, proveen de un marco para desarrollar investigación asociativa, transferencia de conocimiento y construir confianzas entre pescadores, científicos y otros interesados.

Los servicios ecosistémicos que entrega el océano (biodiversidad, pesca, acuicultura, turismo, etc.) representan las condiciones capaces de asegurarnos una parte de la provisión de bienestar y seguridad alimentaria que requiere nuestra sociedad contemporánea. Así, debemos reconocer la fragilidad de nuestro océano y la sobre-explotación de recursos para limitar iniciativas que puedan poner en riesgo su estabilidad y resiliencia. Por el contrario, se deben promover trasformaciones en gobernanza que fortalezcan la sostenibilidad del sistema socio-ecológico costero de Chile.

– Dr. Nelson Lagos

Centro CiiCC – UST;

– Dr. Stefan Gelcich

Centro CAPES-PUC;

– Investigadores Núcleo Mileno MUSELS.