Desarrollo de productos como creación de valor de las materias primas agroalimentarias

Según lo que señala el Diagnóstico del Sistema Regional de Innovación de Región de Coquimbo (realizado por INFYDE en 2012), en cuanto a  lo relacionado con el valor añadido de los productos, la mayoría de las empresas y productores “venden la producción en bruto, aunque es de destacar que tienen interés e inquietudes por dar un mayor valor añadido a la producción, principalmente a través de packaging o deshidratado”; indicando además que el futuro del sector, y especialmente de la mipyme, pasa por brindar valor añadido al producto o reconvertirse.

Es decir, si la pequeña agricultura no brinda un valor añadido al producto rápidamente, tiende a desaparecer. Y para el caso de productos de alta gama para mercados más exigentes, en el mismo diagnóstico se recomienda capacitar a personas que lideren los procesos de desarrollo de productos de mayor valor añadido.

Todo lo anterior ratifica que,  por lo general, los  pequeños productores de materias primas agroalimentarias (frutas, hortalizas, carne caprina) de las  provincias del Elqui y Limarí presentan una baja capacidad de trasformación de sus materias primas; lo que implica comercializarlas prácticamente “en fresco”, con una temporalidad muy acotada y en muchas ocasiones vendiendo en “peak” de oferta de los productos, obteniendo por ello bajos retornos, y además, una escasa o nula capacidad de negociación.

Además de estos estudios desarrollados por distintas instituciones, con sus resultados equivalentes y categóricos, otro ítem que afecta a los productores regionales es la disminución de la superficie cultivable en nuestra región, debido a factores diversos y muy difíciles de controlar, como la disminución sostenida de las precipitaciones y la variación del clima.

Frente a este escenario, el Gobierno Regional ha trabajado en  medidas paliativas y el fortalecimiento de alianzas con centros de educación superior, como lo fue un proyecto FIC-R de la Universidad Santo Tomás, que buscó fortalecer  y facilitar  las capacidades de los pequeños productores en cuanto a  la creación de valor en sus materias primas, a fin de que fueran ellos mismos quienes lideren los procesos de trasformación y diferenciación agroalimentaria en la región.

Entre las diversas acciones de esta iniciativa destacaron las trasferencias de capacidades para el desarrollo de nuevos productos, acompañamiento profesional para mejorar productos ya existentes, y articulación de redes de colaboración y asociatividad entre productores agropecuarios; ello, a objeto de potenciar la comercialización e ingreso de los productos de los beneficiarios a  mercados más sofisticados.