Debate por el sistema de pensiones: mitos y realidades

El debate por un cambio profundo al sistema de pensiones ya está instalado en Chile. Si existe un diagnóstico ampliamente compartido, es que el sistema de capitalización individual actual no entrega pensiones adecuadas. La tasa de reemplazo promedia algo más del 30%, en circunstancias que el mínimo objetivo en la OCDE es de 50%, y un sistema exitoso alcanzaría un 70%. Efectivamente, hay un problema serio por resolver, pero para ello, se deben clarificar ciertos aspectos y desmitificar otros.

A un extremo de la línea se encuentra un sistema de reparto, y al otro extremo un sistema de capitalización individual. Un sistema de reparto puro consiste en que el Estado paga a los pensionados con los impuestos recaudados de la población en edad activa. A su vez, esa generación recibirá su pensión cuando los futuros trabajadores paguen sus impuestos. La apuesta es que al crecer la economía, la recaudación aumentaría y las pensiones mejorarían. Sin embargo, pagar con los aportes de otros no es más que un esquema piramidal perpetuo, cuya estructura tarde o temprano se desmorona por tres posibles fenómenos: Envejecimiento de la población, baja natalidad o crisis económica. Cuando se dan simultáneamente, el resultado es aún más estrepitoso.

Al otro extremo, el sistema de capitalización individual consiste en un fondo con aportes del propio trabajador y que es administrado por un tercero que actúa como administrador separado del fondo administrado. Las rentas obtenidas se van capitalizando y al momento de pensionarse, comienza el retiro programado de dicho fondo. Es un sistema que reaccionaría mejor ante envejecimiento de la población y baja natalidad, pero sigue siendo imperfecto y volátil ante crisis económica.

Los países de la OCDE han mirado con simpatía el sistema chileno y muchos países han adecuado su sistema para obtener un funcionamiento similar al caso chileno. Paradójicamente, algunos sectores en Chile quisieran erradicarlo de raíz. ¿Cómo se explica esto?

La mayoría de los países OCDE tienen un sistema mixto en el que participa el Estado en un pilar solidario, pero sólo para financiar las pensiones de los quintiles con menores tasas de ahorro y donde este pilar es más significativo en algunas economías más que en otras. No hay sistema de reparto puro. Los quintiles superiores se financian con aportes a fondos privados, con participación tanto del empleador como el trabajador. Efectivamente, la capitalización individual es la mayor proporción de las pensiones del mundo OCDE. Entonces, ¿por qué tenemos una tasa de reemplazo tan modesta? En términos macro, convendría decir que el “Mercedes Benz” al que aludía el Sr. José Piñera es un auto de muy bajo rendimiento, y que antes de echarle bencina, habría que perfeccionarlo para transformarlo en un auto eficiente.

La comisión asesora presidencial en su informe de 2015, prácticamente omitió el principal problema. El portafolio no está rentando lo suficiente. Una alta concentración en sociedades IPSA no es exactamente lo que denominaría un portafolio ganador a largo plazo. Los ahorrantes más jóvenes del sistema podrían participar de otras sociedades más pequeñas, administradas mediante fondos de capital de riesgo o de índole similar. Enhorabuena, se ha iniciado la discusión sobre fondos de infraestructura. Se debe considerar que el trabajador de común acuerdo con el empleador puedan participar en fondos privados en sectores que sean de interés (litio, energías renovable, etc).

La alta concentración y exclusividad de administradoras de fondos le ha restado dinamismo y competencia al sector. Debiese obligarse a la administradora a tener una participación relevante en los mismos fondos de los afiliados. Por otra parte, en el sistema chileno las administradoras pueden cobrar comisiones en la medida en que la rentabilidad del fondo se mantenga dentro de un rango respecto al promedio del sistema. Se debe cambiar a un sistema que incentive obtener mayores retornos ajustados por riesgo. Lo que no es recomendable es permitir retiros anticipados del fondo y en especial para inversiones inmobiliarias. El resultado suele ser una burbuja.