Manuel Tessi, experto en comunicación

“Una persona puede ser lo que quiere en la vida si respeta el verbo, no el sustantivo de su vocación”

Orientadores y directores de diversos colegios presenciaron la exposición del investigador argentino, durante un seminario organizado por la Dirección de Admisión y Comunicaciones de Santo Tomás La Serena.

Valorar lo que no se ve de una persona, la importancia de escuchar al otro para contribuir a esa valoración, y comprender las vocaciones como verbos en vez de sustantivos, fueron elementos destacados del seminario “Orientar con la palabra”, organizado por la Dirección de Admisión y Comunicaciones de Santo Tomás La Serena, y que fue dirigido a orientadores y directores de colegios de Coquimbo, Freirina, Paihuano y La Serena, entre otros lugares.

El destacado consultor, investigador y experto en comunicación laboral y comunicación interna, Manuel Tessi, fue el orador principal de una jornada orientada especialmente a la educación y sus procesos, oportunidad en la que brindó diversos consejos y conocimientos a los asistentes.

Se dice que hoy los niños y niñas son más complicados que antes, ¿o son los docentes los que no se ha modernizado para comunicar mejor su enseñanza?

Creo que sí son más complicados por un tema de contexto bastante duro, con violencia o drogas al interior de muchas familias. Por ello hoy se necesitan más habilidades de los profesores y orientadores para, justamente, educar a esa juventud. También la situación nos obliga a ser mejores profesionales y mejores seres humanos, pues no basta con la información o conocimientos que tengamos si no nos ponemos en el lugar del otro.

Y para descubrir y/o extraer lo mejor de un niño o un joven, ¿basta con escucharlo?

La escucha es primordial, pero hay otras habilidades que se deben desarrollar como la empatía y la persuasión, pero yo pongo la escucha en el primer lugar, porque estamos en un mundo en donde niños y jóvenes vienen de un mundo muy agresivo, y además es un mundo que cada vez escucha menos. Un mundo en donde accedemos en un día a la misma información que hace 500 años se accedía en un año. Entonces, hay muchos medios, mensajes y emisores, pero están quedando relegadas las personas comunes, como pueden ser nuestros estudiantes que desea expresarse. Hoy es tan poco común dedicar tiempo a alguien para escucharlo, pero si se llega a dar esa situación, la persona escuchada se siente importante; entonces si se dedica real atención a lo que dice un niño o joven, ese niño entenderá que el mensaje del profesor u orientador que lo escucha es: ‘me importas’. Es decir, un estudiante puede empezar a cambiar por completo sólo por el hecho de que se les preste atención, porque hoy escuchar a alguien es demostrarle afecto, y en otras palabras, hacerlo existir.

Y con la presión de una sociedad orientada fuertemente al consumo, ¿es posible moldear o apoyar auténticas vocaciones?

Definitivamente sí. Lo importante es entender la vocación como algo más que un sustantivo. Un niño puede decir ‘yo quiero ser médico’, pero si más allá de ese sustantivo reparamos en que lo que quiere realmente ese chico es curar o ayudar a la gente, las salidas laborales-vocacionales, respetando el ser de ese niño pueden ser otras, porque puede ayudar o curar a la gente de otras maneras. Por ejemplo, en el caso de quienes quieren ser veterinarios el verbo que promueven es la protección, y si uno como orientador entiende la acción que se quiere llevar adelante, se puede explicar que se puede proteger de muchas maneras. Por eso es importante escuchar no sólo con los oídos, sino también con los ojos, con el cerebro, con preguntas interesantes y no interesadas y con el alma, porque allí se descubre lo que quiere ese ser único que tengo al frente mío. Entonces, una persona puede ser lo que quiere en la vida si respeta el verbo, no el sustantivo.

Entonces, en un sistema educacional que funciona con notas y puntajes, ¿es utópico o insignificante que un profesor pretenda valorar a sus estudiantes?

Debo ser honesto: para mí, la evaluación es una de las cosas más difíciles de hacer. Decía Jorge Luis Borges, ‘dos son las obligaciones de un hombre: ser justo y ser feliz’. Yo creo que ser feliz es muy difícil porque se necesita significar todos los momentos de su vida para serlo, tanto los buenos y malos. Uno de los pasos para estar en armonía con uno mismo es la justicia, uno tiene que ser justo, porque si no se pagará en algún momento de la vida con cuotas de infelicidad. Evaluar es justicia, pero ponerla en las manos de un solo hombre me cuesta. Una de las cosas que yo promuevo es que lo más importante de las personas es lo que no se ve, como dice el principito, pero es muy difícil evaluar a un estudiante con lo que uno ve en seis días, que es mi caso como docente de magíster. Ahora, es necesario e indispensable, pero lo que tomo como criterio es que hay una parte que no estoy viendo cuando los evalúo. Pasan por una serie de pruebas, pero siempre me dejo el beneficio de la duda de que puedo ser injusto, y por ello, cuando un estudiante me pregunta por su calificación la reviso porque son muchos estudiantes y algo se puede escapar. Es decir, la evaluación es importante, indispensable y difícil, pero es probable que se puedan cometer injusticias por el poco tiempo que te relacionas con esos estudiantes.

 

Profesores y profesoras observan la exposición.

Público asistente 1

Público asistente 2

En primer plano, una docente observa sonriente la actividad.

Público asistente 3

Un grupo de diez asistentes, aproximadamente, observan la actividad.

Público asistente 4

Ocho asistentes, aproximadamente, observan la actividad desde otro sector del salón.

Público asistente 5

El charlista, Manuel Tessi, habla de pie delante de la audiencia.

Manuel Tessi.