Raúl Hozven, docente de la Escuela de Trabajo Social de UST Viña del Mar, analiza el escenario de la disciplina profesional tras la recuperación del rango académico el año 2005.

Trabajador social. Asistente social. O si prefiere un término más antiguo, visitador social. Tres conceptos que para el común de la gente sirven para referirse a un mismo profesional. Una confusión que se agudizó en 1980 cuando la profesión perdió su rango universitario y que se perpetuó a pesar de recuperar dicha condición el año 2005. Hoy existen las universidades que imparten la carrera de Trabajo Social, los institutos que ofrecen Servicio Social, y las licenciaturas que operan como una suerte de nivelación entre ambos peldaños. ¿Sigue el enredo? Raúl Hozven piensa que sí, y por eso se embarcó en un proyecto de investigación denominado “Identidad laboral del trabajador social en el siglo XXI: Análisis discursivo, en diferentes ámbitos de desempeño profesional, tras la recuperación del rango académico”.

El docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar explica lo que busca con su iniciativa: “Con la recuperación del rango universitario se supone que se iba a realzar la preponderancia de la licenciatura, pero se siguen reproduciendo las características de la época anterior, incluso la ley 20.054 formaliza que convivan trabajadores sociales con licenciatura, asistentes sociales sin licenciatura y también formaliza la posibilidad de estudiar solo la licenciatura para quienes portaban el título de asistentes sociales. Ahí me nace la pregunta que tiene que ver con la identidad, porque vemos que desde una misma plataforma jurídica surgen distintos tipos de profesionales en el ámbito del trabajo social”.

Hozven aclara que sus cuestionamientos no provienen desde una mirada peyorativa. “Lo primero es que la gente se confunde cuando le hablan de trabajador social o asistente social, no ve una diferencia. Ahí queda patente la dificultad de definir qué somos y qué hacemos como profesionales”, señala. Otro motivo, más profundo, tiene que ver con el desarrollo de la disciplina: “creo que se ha descuidado la parte teórica, la investigación, el establecimiento de marcos teóricos. La manera de abordar la realidad se hace a través de intervenciones muy procedimentales y debería hacerse desde un prisma más complejo, de mayor profundidad”.

Licenciatura e investigación

En ese sentido, el académico de UST Viña del Mar recalca la necesidad de contar con una licenciatura. Y asegura que es un sentimiento compartido incluso entre quienes no la tienen. “Algo que me hace sentir tranquilo es que la gente no quiere estudiar la licenciatura solo por una cuestión económica. Lo que yo interpreto es que quizás han tenido experiencias negativas y con la licenciatura se van a sentir de verdad trabajadores sociales, entonces es un desafío personal. El problema es que la misma ley va generando este daño. Si este estudio sirve para mejorar la ley, feliz”, señala.

Pero no se queda solo ahí. Hozven declara que, en su opinión personal, la licenciatura debería tener una duración mayor, de al menos dos años. “No es lo mismo, desde mi punto de vista, tener una licenciatura en cuatro o cinco años, que en solo un año. O quizás sería bueno en dos años. No digo que se omita la licenciatura como programa, pero en un año se comprime demasiada información. Quizás el llamado es a profundizarla un poco más, que sea más sólida para que efectivamente pese en la formación de los profesionales porque estamos hablando de investigación”.

Precisamente, señala que la investigación es una materia que en el Trabajo Social no se ha desarrollado como debiera. “Y eso no tiene que ver solo con la pérdida de rango académico en los ’80, esto viene de antes. Como siempre nos enfocamos en solucionar rápido los problemas, hemos descuidado lo otro. Y cuando tratamos de interpretar los problemas, no tenemos teorías propias del Trabajo Social. Se están creando, pero yo creo que recién en los últimos 15 años aparecieron profesionales que están trabajando en eso. Necesitamos una óptica del Trabajo Social, no de la Psicología ni de la Sociología. Eso ha sido una carencia histórica”.

Disciplina en formación

Así las cosas, Hozven concuerda con los planteamientos de Patricia Castañeda, quien se pregunta si al hablar de Trabajo Social debemos calificarla como una disciplina o como una disciplina en formación. Al parecer, la segunda alternativa sería la más sensata, pues el desarrollo teórico e investigativo de esta profesión aún está dando sus primeros pasos y tratando de encontrar su espacio en un universo donde otras carreras le llevan ventaja.

“Es responsabilidad nuestra que otras disciplinas hayan ocupado nuestro espacio, pero también es nuestra responsabilidad recuperarlo. Es un proceso lentísimo, sé que el Trabajo Social va a cambiar, pero primero debe estar bien afirmado en bases sólidas que recién ahora se están construyendo. Y para eso es necesario investigar, crear marcos teóricos sólidos y consistentes en el tiempo”, indica.

Jornada Investigacion Raul Hozven

Raúl Hozven presentó los resultados del primer año de su proyecto de investigación en las Segundas Jornadas de Investigación organizadas por la Facultad de Ciencias Sociales de Universidad Santo Tomás, en conjunto con el Centro Cielo, las escuelas de Psicología y Trabajo Social de la sede Santiago.

Jornadas de investigación

Los resultados del primer año de este proyecto de investigación (que se extenderá hasta el 2017) fueron presentados por Hozven en las Segundas Jornadas de Investigación organizadas por la Facultad de Ciencias Sociales de Universidad Santo Tomás en conjunto con el Centro Cielo, las escuelas de Psicología y Trabajo Social de la sede Santiago. Además, estos resultados se volcaron en una publicación que está en fase de evaluación para ser editada en una revista Scielo.

“Esta gran discusión va tensionando el Trabajo Social. Esto puede llevar a un desvanecimiento de la profesión, a un fortalecimiento de la misma, a un cambio en la legislatura, a conformar programas de licenciatura más robustos… no tengo idea hacia donde irá todo esto, pero para mí es una gran motivación investigar nuestra identidad laboral”, concluye el académico.