Las distintas fórmulas que utilizan las personas en situación de calle para enfrentar las bajas temperaturas en invierno

María Isabel Muñoz, académica de Trabajo Social de UST Viña del Mar, señala que hay quienes optan por migrar buscando mejores condiciones climáticas, otros recurren a albergues y hospederías, y un tercer grupo decide enfrentar en la calle sin mayor ayuda.

Si las bajas temperaturas que comenzaron a sentirse con fuerza este mes provocan molestias entre quienes tienen la suerte de vivir bajo un techo confortable, es fácil suponer que quienes viven en situación de calle lo pasan mucho peor. En efecto, el invierno es la época más dura para ellos y si bien los casos de muerte por hipotermia han disminuido en los últimos años, la realidad sigue siendo compleja. ¿Cómo afrontan estas personas la llegada del invierno? María Isabel Muñoz, académica de la Escuela de Trabajo Social de UST Viña del Mar y experta en el tema, entrega algunas luces.

De partida, señala que en estos meses se pueden distinguir tres grupos bien definidos: hay quienes deciden migrar a ciudades o países vecinos en busca de mejores condiciones climáticas, otros recurren a dispositivos como albergues y hospederías, y un tercer grupo simplemente intenta sobrevivir a la intemperie.

El primer grupo corresponde a las personas más jóvenes que siguen una dinámica muy similar a la de los “mochileros”. A pesar de ser efectivamente personas en situación de calle, son autosuficientes, es decir, no necesitan de ayuda para cubrir sus necesidades básicas.

“Ellos son itinerantes. En invierno se desplazan por el país o incluso por países vecinos, se van a ferias costumbristas, religiosas, tienen una rutina establecida para todo el año. En verano están acá porque gracias al turismo les va bien pidiendo plata o vendiendo artesanías, pero apenas eso decae, se van a otras ciudades y vuelven en el verano. No van a albergues u hospederías y si lo hacen es solo en casos puntuales, pero no requieren de esos lugares para sobrevivir al invierno”, explica la docente.

Albergues para personas en situación de calle

Un segundo segmento está integrado por quienes recurren a ayuda del Estado o de instituciones para soportar las frías temperaturas. “Al contrario del primer grupo, ellos no se quieren ir de la ciudad porque hay un sentido de pertenencia muy fuerte con su espacio público. Se quedan en sus rucos o en sus calles, pero hacen uso de los albergues u hospederías porque saben que en el invierno no van a poder soportar la lluvia o el frío”, señala María Isabel Muñoz.

Este grupo tiene características muy definidas. Por ejemplo, no renuncian a su vida en la calle a pesar de encontrar opciones más confortables en un albergue. “Ellos no están pensando en volver a sus casas, eso no va a pasar por más crudo que sea el invierno. Por eso recurren a estas otras alternativas”, agrega la académica de UST. Además, indica que las personas en situación de calle de este segmento tienen absolutamente identificados los recintos a los cuales pueden acudir: “conocen su ubicación, las prestaciones que ofrecen y los criterios que exigen. Por ejemplo, saben que en ciertas hospederías no los aceptan si han consumido alcohol o que otras exigen buena conducta al interior del lugar. Incluso si han tomado mucho, ni siquiera intentan ir, saben que no pueden llegar así”.

El tercer grupo: la población de riesgo

Finalmente, el tercer grupo es calificado como población de riesgo pues son aquellos que viven bajo los puentes o en “rucos” que entregan poca protección frente a las inclemencias del tiempo. “Por ejemplo, los que viven bajo los puentes de Viña del Mar se pueden cubrir de la lluvia, pero no del frío. El tema es que no se quieren ir para no perder su lugar. Si se van, llega otro grupo y como ese lugar es su casa, la van a defender hasta el final. Su decisión es no irse a un albergue”, sostiene.

“Si hay bajas temperaturas, prenden fogatas y se cubren con frazadas y ponchos y pasan la noche así. El problema es cuando llueve, porque se mojan todas sus pertenencias y quedan ‘a pelo’ como ellos dicen. Ahí lo que hacen es caminar, ‘aplanan las calles’ para activarse porque saben que si se duermen pueden morir por hipotermia. Y al otro día, cuando se activan los dispositivos que trabajan con personas en situación de calle, van a esos lugares y piden frazadas, ropa, etcétera”, cuenta.

Por lo mismo, la académica de Trabajo Social insiste en que “efectivamente esta es la temporada más riesgosa para ellos. Cuando comienza a llover de noche y los albergues ya están cerrados, se quedan sin opciones, entonces su estrategia es caminar juntos, en bloque, de un sector a otro. Los que viven en la avenida Valparaíso, la recorren de principio a fin. La idea es no parar el movimiento porque saben que si se duermen pueden morir en el sueño”.

Ayuda en invierno

¿Y si no aceptan ir a albergues, qué se puede hacer para ayudarlos? María Isabel Muñoz explica que debido a eso se organizan “rutas nocturnas” en las que se lleva ayuda a los lugares donde se sabe que hay personas en situación de calle pernoctando. “Se les entregan frazadas, plásticos, se les da alimento en la calle… es un trabajo de asistencia, pero evita que fallezcan por hipotermia. La mayoría de la gente en Santiago y acá que ha fallecido en la calle por hipotermia es porque no se han querido ir a un albergue y uno no los puede obligar”, dice.

Finalmente, recalca que “el objetivo final del trabajo con las personas en situación de calle no es que vuelvan a una casa, porque no lo van a hacer, sino que se busca reducir el daño y el riesgo. Sabiendo que no van a dejar de consumir alcohol, se busca que el consumo sea menos invasivo. O que limpien los lugares donde viven. La idea es que vivan mejor en el lugar donde eligieron vivir”.

María Isabel Muñoz, académica Escuela de Trabajo Social UST Viña del Mar

María Isabel Muñoz, académica de la Escuela de Trabajo Social de UST Viña del Mar.