Los avances y desafíos en neurociencia fue el sello del XXII Congreso Nacional de Psicología Clínica

El evento es organizado por la Sociedad Chilena de Psicología Clínica y se extenderá hasta este sábado 5 de noviembre en la Universidad Santo Tomás Santiago.

Considerando la relevancia de la psicología y neurociencias para la comprensión y tratamiento de la salud mental de la población, es que la Sociedad Chilena de Psicología Clínica organizó nuevamente el Congreso Nacional de Psicología Clínica “Psicología y Neurociencias Hoy”, un espacio de encuentro y reflexión para profesionales y estudiantes interesados en este tema, que busca aportar en la actualización y optimización de sus conocimientos.

El congreso, que se realizó en el Aula Magna de la UST Santiago, comenzó con la exposición de Fernando Torrente, director del Laboratorio de Investigaciones Psicopatológicas de la Fundación INECO y destacado investigador y docente de la Universidad de Favaloro en Buenos Aires, Argentina, gracias a sus aportes a las neurociencias.

Torrente presentó su conferencia “Evolución de la psicoterapia. ¿Qué podemos esperar de las neurociencias?”, donde destacó algunos avances y aportes concretos de las investigaciones sobre el cerebro humano para la comprensión de psicopatologías, pero también intentó advertir a la audiencia respecto de los peligros de sobredimensionar los aportes de las neurociencias. Esto porque varios estudios indican que con el solo hecho de asociar el concepto de neurociencia a la evaluación de algunos resultados de investigaciones, parecen otorgarles mayor valoración.

El experto también comentó que hoy en día los pacientes tienden a preferir la psicoterapia por sobre los psicofármacos, por considerarlo más natural y por tener menos efectos adversos, sin embargo, las tasas de uso muestran una corriente inversa: las personas consumen cada vez más psicofármacos y menos psicoterapia. Esto, a su juicio, podría deberse a que la psicoterapia es “un procedimiento más engorroso de llevar a cabo, que requiere especialistas altamente entrenados, mucha dedicación de tiempo de parte del paciente, y hay muchas barreras de acceso. Por otro lado, el fármaco es más rápido en sus efectos, aunque no más duraderos, pero nuestras formas culturales de vida nos llevan generalmente a elegir los más rápido, entonces la psicoterapia, que debería crecer, se ha ido reduciendo”.

Junto con esto, el director del Laboratorio de Investigaciones Psicopatológicas de la Fundación INECO, señaló que aunque tuviéramos un tratamiento altamente eficaz, especifico y aceptable, si los problemas tratados crecen más que la capacidad de respuesta, algo no está funcionando desde el punto de vista de la salud mental.

“Disponemos de mejores tratamientos que hace 50 años en salud mental, en todo sentido, biológicos y psicológicos. Sin embargo, las estadísticas, la epidemiologia y los trastornos no bajan en proporción a la disponibilidad de mejores tratamientos. Es una carrera dispareja y eso nos obliga a pensar que más hacer para acortar esa brecha entre los problemas y nuestra capacidad de respuesta. Algo diferente hay que hacer si con las herramientas que tenemos, los psicofármacos y la psicoterapia, no estamos dando abastos a los problemas de salud mental”, enfatizó.

El cerebro del adolescente y su particular psicología

Tras la inauguración, la segunda exposición estuvo a cargo de Amanda Céspedes, reconocida neuropsiquiatra infanto juvenil, y presidenta del Instituto de Neurociencias Aplicadas, INASMED, quien presentó su conferencia “El cerebro del adolescente y su particular psicopatología”, destacando que entre los 10 y los 15 años ocurre una masiva muerte neuronal y poda de sinapsis. Por lo que aunque puedan parecer niños, ya no lo son, y empiezan a producir hormonas muy potentes. Además, como la glándula renal está activa, aumenta la ansiedad y ocupan sus reservas de serotonina, lo que los vuelve más irritables, emotivos, con gran apetencia por hidratos de carbono y sueño fragmentado.

Además, Céspedes señaló que durante los primeros 20 años el cerebro humano cambia constantemente, por lo que los adolescentes “son seres en tránsito que han abandonado la niñez y la preadolescencia sin posibilidad de retorno. Se adentran en un tránsito hacia la juventud lleno de escollos, y salir airoso es una epopeya”.