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Cómo combatir el sedentarismo en el Adulto Mayor en medio de la pandemia

El cambio de rutinas que se ha tenido que asumir por el coronavirus a nivel mundial, ha provocado que diversos expertos promuevan la importancia que tiene la actividad física y un estilo de vida saludable.

Si bien todos los grupos de edad corren el riesgo de contraer el Covid-19, la evidencia confirma que la población más vulnerable a contraer esta infección corresponde a los adultos mayores; por lo cual, una de las estrategias que han permitido resguardar la vida de cientos de personas mayores, es la de permanecer en casa y evitar el contacto social con amigos y familiares.

Los problemas del aislamiento

Sin embargo, en los periodos de aislamiento y cuarentena los adultos mayores se ven imposibilitados a mantener la misma rutina que tenían antes, su movilidad se ve cada vez más reducida y, por ende, tienden a presentar mayores dificultades a nivel físico y mental.

Jonathan Pascal, Director Técnico de la Clínica Kinésica de la UST, sede Concepción, explica que, la actividad física en el adulto mayor no solo es necesaria para mantener una buena salud y condición física, sino que favorece la capacidad de ser mucho más independientes lo que reduce de manera significativa el riesgo a sufrir caídas o problemas asociados al sistema locomotor. En este sentido, comenta que en estos casos el kinesiólogo juega un rol protagónico, pues es el profesional más idóneo para evaluar las condiciones de salud de aquellos pacientes que presenten algún tipo de trastorno musculoesquelético.

“A medida que envejecemos, la inactividad física puede generar en nuestro cuerpo cambios fisiológicos y morfológicos negativos importantes que pueden afectar el funcionamiento de las capacidades motrices. Una de las alteraciones musculoesqueleticas más frecuentes que ocurren durante el envejecimiento son la pérdida de fuerza, baja resistencia cardiovascular y alteraciones en el equilibrio, impactando en el diario vivir de las personas mayores”.

Asimismo, afirma que, aunque los trastornos musculoesqueléticos debutan en cualquier momento de la vida, si no se diagnostican y tratan a tiempo es posible ocasionar múltiples alteraciones en el sistema musculoesquelético, una razón más que suficiente como para priorizar en la rutina diaria la práctica de ejercicios regulares y moderados. “Lo importante es moverse, sea de la edad que sea y que se establezca una rutina de al menos 30 a 45 minutos por día”.

Envejecimiento activo

De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que una de lesiones más frecuentes en los adultos mayores y que son peligrosas en esta etapa de la vida, son las caídas, por lo que justamente tropezarse o perder el equilibrio puede llegar a evitarse, en la mayoría de los casos, con ejercicios físicos. La recomendación para realizar actividad física va desde hacer un simple paseo hasta pararse y sentarse de la misma silla, levantando los brazos a la altura que su cuerpo le permita.

A esto suma, estimular también la parte cognitiva para retrasar algún tipo de enfermedad neurodegenerativa relacionada con la edad, como el Parkinson o el Alzheimer, a través de ejercicios que aumenten la actividad neuronal.

“Lo primero que vamos perdiendo cuando envejecemos es la capacidad física y cognitiva, por esta razón, debemos crear un entorno rico en estímulos que facilite el razonamiento y la actividad motora, incluso dentro del hogar”.

Hacer pesas con botellas plásticas de 250 o 500 cc con arena, arroz, etc. para doblar los codos y estirar los codos. Sentarse, pararse y caminar para luego volver a sentarse, son algunos ejercicios que se pueden ejecutar durante el día, afirma el académico.

Recomendaciones

En esta línea, precisa que el objetivo no es solo vivir más años, sino vivir en las condiciones óptimas para poder realizar cualquier tipo de actividad. Aunque son numerosos los ejercicios que se pueden llevar a cabo, para ello hay que considerar el uso de un espacio con suelo no resbaladizo y una silla firme donde se desarrolle la rutina de manera segura. Retirar elementos que puedan provocar algún accidente y evitar realizar actividades de marcha sobre alfombras que se deslicen, además de seleccionar ropa y calzado cómodo que permita hacer la rutina sin problema; y, por último, hidratarse y mantener una dieta equilibrada.