Identidad étnica, un abordaje desde la Antropología

El concepto de identidad étnica para las ciencias sociales tiene cierta confusión terminológica y se inserta en variadas alternativas de análisis. Para clarificarlo se presentan a modo general, distintas aproximaciones expuestas desde el abordaje de autores como Fredrik Barth, Michel Foucault, y Stuart Hall, entre otros.

 La identidad étnica constituye un sentido de pertenencia a un grupo étnico y se construye en un campo social, en el que hay más de una identidad en contacto. Supone una conciencia de la alteridad e implica la afirmación del nosotros frente a los otros.

Según Gorosito (2003), “(…) la identidad étnica seria aquel plano donde las identidades diversas que proveen o permiten las cultura, se licuan en sus diferencias para componer un espacio lógico, social, pero también real y pragmático, marcado por la oposición” (p.103).

 En antropología el término identidad étnica comienza a ser foco de análisis gracias a Barth (1969), quien señaló que los grupos étnicos son categorías de identificación y adscripción, que son utilizadas por los miembros y permiten organizar la interacción entre los individuos. La identificación como miembro del mismo grupo étnico plasma entre los actores una coparticipación y complementariedad de normas de valor.

La identidad étnica, si bien tiene en cuenta también los elementos culturales, no remite necesariamente a la cultura implicada, tampoco imprime un comportamiento único de homogeneidad cultural; algunos rasgos culturales son utilizados como emblema de la identidad, por sus miembros, mientras otros son pasados por alto y/o negados.

 Barth rompe con la visión esencialista de la identidad que caracterizó a la antropología en los años sesenta, argumentando que la identidad no es inmutable, sino que se construye y/o transforma en las interrelaciones. Posteriormente distintos autores asumen que “las identidades, de nacionalidad, etnia y género, entre otras, son dinámicas y socialmente construidas” (Padilla, 2006, p.3).

 Desde el enfoque teórico desarrollado por Stuart Hall las identidades son relacionales, debido a que se construyen a través de la diferencia, marcando un “nosotros” con respecto a unos “otros”. Las identidades se producen principalmente de narrativas configuradas desde afuera, desde la alteridad, donde se genera un juego de inclusión y exclusión, es decir, se van construyendo desde el exterior en la visión de la diferencia, no al margen de ella.

Las identidades están constituidas discursivamente, pero no son sólo y puro discurso.  Sus formaciones discursivas no son simples narraciones, sino que establecen, experiencias, relaciones y prácticas concretas. Las identidades también articulan dos procesos: el de subjetivación y la sujeción, y ambas son importantes y relevantes en los estudios de las identidades. Desde esta perspectiva según Hall (2003), las identidades son entendidas como:

 “(…) el punto de sutura entre, por un lado, los discursos y prácticas que intentan «interpelarnos», hablarnos o ponernos en nuestro lugar como sujetos sociales de discursos particulares y, por otro, los procesos que producen subjetividades, que nos construyen como sujetos susceptibles de «decirse» (p. 20).

 Asimismo, las identidades evidencian múltiples definiciones ya que continuamente se van construyendo. Las identidades son procesuales, emergen bajo condiciones históricas. Además, no son entidades fijas, cerradas, ni definidas por un lugar, son construcciones históricas con diversas transformaciones, movibles, expuestas, abiertas y construidas en las representaciones. Al respecto Hall (2003) señala:

 “(…) las identidades tienen que ver con las cuestiones referidas al uso de los recursos de la historia, la lengua y la cultura en el proceso de devenir y no de ser; no «quiénes somos» o «de dónde venimos» sino en qué podríamos convertirnos, cómo nos han representado y cómo atañe ello al modo como podríamos representarnos” (pp.17-18).

Las identidades están implicadas como representación, no son el resultado de una simple elección subjetiva, sino que los individuos asumen, cotejan, reproducen y/o enfrentan esas locaciones. Según Stuart Hall y Michel Foucault es preciso situar los debates de las identidades en las relaciones de poder. En este sentido para Hall (2003) las identidades,

  “(…) emergen en el juego de modalidades específicas de poder y, por ello, son más un producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que signo de una unidad idéntica y naturalmente constituida: una «identidad» en su significado tradicional (es decir, una mismidad omniabarcativa, inconsútil y sin diferenciación interna)” (p.18).

 Desde esta perspectiva las identidades étnicas se encuentran mediadas por el poder y la exclusión, reflejando prácticas de dominación y desigualdades. Por lo tanto, muchas identidades se constituyen en el empoderamiento, y las disputas del poder.

 Al respecto Foucault, filósofo de la diferencia, señaló que el poder está en toda la malla de la sociedad. Por todas partes en donde existe poder, el poder se ejerce y también se resiste. Argumentando, que la etnicidad ha sido construida por relaciones de poder, que   producen formas de subjetivación, que normativizan, jerarquizan y excluyen a individuos y grupos. Las relaciones de poder articuladas por la etnicidad, transcienden la dicotomía dominador/ dominado. Por lo tanto, es pertinente considerar el entramado social que lo atraviesa y es menester tener presente que las resistencias y el poder está vinculado.

 Desde los planteamientos de Foucault, los estudios de las identidades deben identificar “(…) las tensiones, contradicciones y articulaciones que constituyen las fronteras y los tejidos de relaciones de dominación y resistencia entre, en y a través de los diferentes grupos étnicos” (Foucault, en Reinoso 2005, p 9).  Por lo tanto, las identidades no tienen una esencia dada de ante mano, sino que se construyen en la historicidad, en las resistencias y la redefinición del poder.

Otro aspecto importante de destacar es el cuestionamiento a los estudios que asumen que los grupos étnicos son contrapuestos a la nación o la modernidad. De acuerdo a Hall (1999) la etnicidad no solo incluye a las minorías étnicas, sino que todo el mundo posee una etnicidad porque viene de una tradición cultural y un contexto histórico cultural.  Sin embargo, algunos grupos han sido considerados no étnicos. Al respecto, Europa se construyó como paradigma de modernidad donde lo contrapuesto era la etnicidad, considerada y aplicada en el ‘otro’, tradicional, exótico y desigual. “(…) Europa se ha constituido a sí misma desde los imaginarios de la nación y la modernidad que producen un efecto de naturalización que marca a los “otros” como “grupos étnicos” (Hall 1999:228).

Hall cuestiona al eurocentrismo como marco único para el pensamiento teórico, donde la invisibilidad de la etnicidad circunscribe a los grupos étnicos a una tradicional otredad y los grupos étnicos se reducen en una sola categoría homogeneizante quedando al margen del mundo moderno.

 Aspectos constituyentes del concepto de identidad étnica

 De las definiciones dadas resaltan los siguientes aspectos:

  •  La identidad étnica deriva de dos esferas en continua y dinámica interacción. La primera pone el acento en las relaciones en común, que origina el sentirse parte de un grupo étnico, mientras que la segunda, en las relaciones que se gestan con los otros, distintos a mi grupo.
  •  La identidad tiene la paradoja entre la identificación como anclaje al interior de un grupo y la necesidad de cambios externos al grupo. Se puede notar entonces que la convergencia entre los dos niveles más aparentes de la identidad es uno de los mayores desafíos de la antropología, en cuanto a su estudio.
  •  La identidad étnica no es un círculo cerrado o hermético, ya que el ser humano convive en una compleja red de relaciones entre distintas identidades, lo que implica encontrar rasgos comunes y diferentes más allá de los propios.
  •  La identidad étnica no es estática, rígida ni única, sino que es móvil y es contextual, por lo tanto, está continuamente re-creándose.
  •  La identidad étnica de un grupo minoritario tiene límites borrosos en su relación con un grupo mayoritario dominante y hegemónico donde se gestan encuentros, tensiones, semejanzas y diferencias.
  •  La construcción de la identidad ilustra que no habitamos un mundo meramente objetivo, sino un mundo subjetivo, sociocultural construido por cada persona y grupo. 

 


Referencias bibliográficas

 Barth, F. (1976). Los grupos étnicos y sus fronteras (Vol. 197). México: Fondo de Cultura de México.

  • Foucault, M. (1992). Microfísica del poder. Madrid, España: La Piqueta.
  • Foucault, M. (1999). El Orden del Discurso. Barcelona, España: Fabulasquets.
  • Gorosito, A. (2003). Identidad, Cultura y Nacionalidad. En R. Bayardo, & M. Lacarrieu, Globalización e Identidad Cultural (págs. 101-111). Buenos Aires, Argentina: CICCUS
  • Hall, S. (2003). ¿Quién necesita la identidad? . En S. Hall, & P. (. Du Gay, Cuestiones de Identidad . Buenos Aires: Amorrortu.
  • Padilla, P. (2006). Resistencia Local y Discurso Global Comentarios en torno a la multiculturalidad y el neoliberalismo Universidad de Texas en Austin. V Congreso de la Red de Antropología Jurídica. DF Mexico.