Emoción y aprendizaje a la luz de la Neurociencia

La educación es un derecho fundamental para toda persona y como tal debe entregarse de la mejor manera atendiendo a las necesidades de todos.

Por largo tiempo, se entendió este derecho como algo homogeneizador, el cual debía ser entregado a todos de la misma forma, sin importar la diversidad existente en las aulas. Se esperaba que cada uno se adaptara a los requerimientos y exigencias del sistema educacional, lo que provocaba sin lugar a dudas muchos fracasos y frustraciones en el estudiantado, inclusive dejando en el camino a muchos de ellos.

A partir de esto y del surgimiento de nuevos paradigmas en educación es que se ha empezado a relacionar la neurociencia con los procesos exitosos de aprendizaje, pues la neurociencia lo que viene a hacer es ayudar en la comprensión de los procesos cerebrales que ocurren al momento de aprender.

La neurociencia como temática de investigación ha llevado a descubrir que puede traer beneficios en muchas áreas donde podría ser utilizada. En educación vemos que el estudio de la neurociencia puede traer grandes beneficios en la práctica pedagógica, pues al comprender cómo funciona el cerebro y los cambios que se generan en los procesos de aprendizaje, sin duda, se trabajará de una manera consciente sobre el efecto que dicha instrucción genera en los estudiantes o aprendices.

Con ello, la neurociencia en pedagogía ayuda en la comprensión del fenómeno que ocurre a nivel cerebral cuando se aprende, pues le da valor al conjunto de lo que ocurre en el proceso. Dentro de eso, un aspecto importante es la relevancia y el valor que se le otorga al factor emocional en los procesos de aprendizaje. Viendo el aprendizaje de esta manera, no existiría limitante en el aprendizaje de ninguna persona ya que todos podemos aprender cuando exista la activación de alguna emoción.

Otro aspecto de relevancia donde la neurociencia pone su mirada es en las interacciones sociales, que por los demás, tiene directa relación con la emoción y el aprendizaje. La interacción es imprescindible al aprender, no tan solo por el hecho de relacionarse con otro, sino que también porque la emoción suele estar presente cuando nos relacionamos con un otro. Es tan potente esta diada, que pudiese provocar efectos beneficiosos en la persona o algunos que no lo sean tanto, sin embargo, siempre existe aprendizaje.

Gracias a la emoción tenemos recuerdos, recuerdos que pueden perdurar a lo largo de toda nuestra vida y que, al hacer el ejercicio de recordarlos, da la sensación de que hubiesen ocurrido ayer siendo que en ocasiones son años o décadas de distancia. Lo mismo ocurre con el aprendizaje.

Cuando este aprendizaje está marcado por la emoción, se instala en nuestras estructuras cerebrales y permanece allí posiblemente por toda la vida. Puede ser que se modifique, que se actualice, que se re-aprenda, pero finalmente siempre permanece allí. Siendo así, debemos procurar evitar un aprendizaje mecánico, ausente de toda emoción, pues sin duda, este se transformará en olvido en un corto tiempo.