Las criptomonedas existen en la literatura desde fines de la década de los 90’s, pero no fue hasta el año 2009, con el nacimiento del Bitcoin, que se puso en práctica el intercambio seguro de ellas.

Estas “monedas 100% digitales” han hecho realidad el concepto de internet del dinero; aplicaciones de Internet que permiten el intercambio de valores en la forma de contratos, propiedad intelectual, acciones o en general, cualquier cosa que tenga valor económico y que sea intercambiable. De esta forma, se trata de una operación directa entre comprador y vendedor, que ha generado un sistema de transferencia universal de valor, libre de todo tipo de intermediaciones -con menores costos y actores-, el cual no está respaldado por ningún gobierno o banco central, y que por tanto carece de seguridad jurídica.

Pero no ha sido hasta este año 2018, cuando las criptomonedas han logrado su mayor popularidad. Ello no tan sólo por la importante capitalización que han venido alcanzando, sino también por su reciente abrupta caída, pues sólo el Bitcoin perdió más del 50% de su valor en el mes de enero.

Las razones de esta debacle son diversas y, entre ellas, figura el fantasma creciente de la regulación, también las voces detractoras, el reciente hackeo a una de las principales plataformas de intercambio de criptomendas en China y también, restricciones que han impuesto varios bancos. De esto último, tal como la prohibición de compra de criptononedas con tarjetas de crédito, para contener el sinnúmero de clientes que en medio de la “fiebre alcista” utilizaron sus cupos, para aumentar la cuantía de sus inversiones en este tipo de monedas. A estos clientes, hoy lamentablemente sólo les queda la deuda.

Muchas personas vieron en esta “burbuja” una oportunidad de inversión de corto plazo para ganar dinero fácil y rápido, pero como toda inversión de carácter especulativo tiene altos riesgos y estos inversionistas, no entienden realmente en qué están metidos. Se dejaron llevar por el pánico y prefirieron hacer la pérdida. Ahí es donde se beneficiaron los que ven esto con un horizonte de tiempo mayor y están dispuestos a esperar que esta nueva forma de intercambio se consolide.

Finalmente, lo que está claro es que los Bitcoins, Solarcoin, Ripple o nuestra criolla Chaucha, llegaron para quedarse y más vale estar preparados e informados, pues las tecnologías irrumpen con gran vehemencia en los mercados tradicionales. Ahí tenemos los casos de Uber, Airbnb ó Netflix, que luego de un periodo de ajuste -más bien breve- han tendido a imponerse por sobre la forma de tradicional de ver y hacer las cosas.